Jobú
Escrita en: Enero 23, 2021
Había un pelado que tenía un rancho muy cerca al mar en Sonora, él se levantaba todas las mañanas a caminar y si miraba una tortuga caminar por sus rumbos contaba los cuadros del caparazón del animal pa’ver si tenía en número par los cuadros. Si el caparazón tenía 15 cuadros, tenía que tapar uno con un curita para con esto él tener en su pensamiento que era número par y podría empezar bien el día. Eso para mí no es ningún embrujo, ninguna cosa rara, eso para mí, es una bonita cábala.
En lo personal, Pliego Villarreal tiene mil cábalas para cuando esta de gira, por ejemplo, siempre que voy a tocar en un show necesito dormir una hora y cuarto antes de meterme a bañar; salgo de la regadera y lo primero que hago es pasarle una estampilla de un santo a la copa de mi sombrero pa’darme seguridad en mis actos y después me cambio, me persigno y le doy un golpe al marco de la puerta antes de salir del cuarto. Llegando a camerinos tengo que tomarme un six de cerveza escuchando canciones regionales, canciones celestiales. Antes de subir al stage me persigno otra vez y le doy siete besos a mi virgen que traigo en mi antebrazo zurdo, y ya a un lado de mi amplificador, le doy siete golpes al tacón de mi bota derecha en símbolo de estar listo.
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Y cuando juego beisbol, ¡cállate! Llego antes a calentar y todo lo que hago de estiramiento lo hago con números y series impares. Al momento de irme a jugar al outfield me quito la gorra, me la pongo como máscara y digo palabras santas; me la pongo, le doy siete golpes a la visera, dos golpes a la parte de atrás y siete golpes al tacón de mi spike. Cuando voy a batear también es todo un pedo, dibujo un 77 en la tierra, siete golpes al bat y otros siete a la visera del casco, pero creo que lo mío les vale un kilo de riata. Ahora les presentaré algunos pocos peloteros y sus curiosas cábalas.
La primera vez que vi la película de Ligas Mayores yo estaba muy chico y entendí mejor lo que es una cábala. El personaje de Pedro Cerrano le rezaba a un santo, demonio, mono o no se que chingados era eso llamado Jobú; pos éste le daba puros, tragos de alcohol y hasta platicaba con él. Después de varios intentos más, Pedro ya no pudo batear y en un turno al bat insultó a Jobú y comenzó a batear, pero eso fue solo una película; en la vida real hay cada cosa que a mucha gente le puede dar risa o hasta sacarle un pedo, pero ya después de ver tantas cosas así y entenderlas verán lo bonito que se siente cuando haces tus procedimientos que traes en tu cabeza para empezar a hacer algo que tanto te gusta.
A continuación, dispararé algunas de las cábalas de peloteros; nomás algunas porque luego los aburro. Entonces vámonos calmados y serenos.
Uno de los más conocidos es Wade Boggs, este pelotero tenía que comer siempre lo mismo antes de cada juego, el pollo frito es su preferido y, siempre cuando tenía juego en la noche, tenía que hacer práctica de bateo a las 5:15 p.m.
Otro al que le encantaba el pollo, machín, era al pitcher Matt Garza, y siempre tenía que comer pollo del Popeye’s cuando se subía a la loma a pichar. Sabe qué chingados le ponían a ese pollo que hizo que fuera un lanzador con muy buenas temporadas en Grandes Ligas.
Varios pitchers empiezan rasurados de la cara a principios de temporada y su cábala es dejarse la barba hasta cuando la temporada termina. Clayton Kershaw, el ganador de premios Cy Young, varias veces lo ha hecho. Y qué me dicen de Tim Lincecum que, también como Kershaw, usa la misma gorra toda la temporada y termina sucia, pero con un camino bien recorrido de seis o, a veces, hasta siete meses de béisbol.
En 1980, jugando con los Indios de Cleveland, existía un peladito llamado Kevin Rhomberg, creo que una de las cábalas mas raras la tenía él, cada vez que lo tocaban para hacerle out corriendo las bases, Kevin tenía que tocar también al jugador que lo tocó para irse feliz y contento al dogout.
Ken Griffey Jr., este pelotero con hermoso swing apodado “The Kid”, un día llego muy presumido con un carro hermoso, la gente dice que era un Mercedes Benz; pos el vato ya no podía batear en los juegos, llegaba, se esmeraba y nada, otra vez y nada; total le dio por echarle la culpa al carro y mejor lo vendió.
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Nomar Garciaparra y su sabrosa manera de acomodarse las guanteletas antes de batear es como un ballet folclórico, yo lo miraba y lo miraba, contaba las veces que lo hacía, pero eran tantas que cansado quedaba. También me gustaba mucho ver a Manny Ramírez, que por un tiempo le ponía brea a su casco igual que Craig Biggio lo hacía en sus grandes tiempos como pelotero. Mat Kemp y Justin Turner también agarraron la cábala de ponerle brea al bat para pegárselo en la espalada y dejar una marca en el jersey, arribita de su número.
Y aquí les dejo esta de mero monte, que sirve porque sirve y seguirá sirviendo: Moisés Alou se orinaba las manos para ponerlas más duras. Pos dejen les digo que claro que le sirvió, Alou es pelotero que tiene porcentaje de bateo de .303; campeón de Serie Mundial y fue llamado seis veces al Juego de Estrellas. Si yo fuera Moisés, le hubiera mandado tirar miados al fanático que todos conocemos llamado Steve Bartman, y creo que usted ya sabe por qué.
Atentamente,
Pliego Villarreal
Fotografía principal: Adobe Stock.
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