La culebrilla
Escrita en: Marzo 13, 2021
Les platicaré acerca de managers, la máxima y única autoridad en un equipo de baseball; bueno, ahora ha cambiado mucho y la flor se puso pálida, pues muchos equipos contratan a gente pegada a las computadoras, como lo hacen las amantes con sus jefes: calculando numeritos y horas de llagadas; sí, numeritos y porcentajes de peloteros que la mayoría de las veces les obscurecen los días por metérseles tanto a la cabeza para caer al llamado slump, que es cuando por pensar tanto en el fracaso la sigues cagando y, si no, pregúntenle a Chris Davis, que lo vivió feo con los Orioles. Bueno, la gente detrás de las computadoras de un equipo estudia al pelotero, hasta qué es lo que comen para que su talento despegue, ya sea de noche o de día.
Me acuerdo de una temporada donde a Rafael Furcal no lo metían a jugar los domingos en los juegos de día porque no rendía como en los juegos nocturnos; para mí, esas son mamadas. Antes los managers no escuchaban lo que les ordenaban la gente de arriba del equipo o los dueños y ellos solos trabajaban con sus jugadores. Creo que el manager es el que ve al pelotero día y noche, hasta se bañan juntos, saben qué música escucha el pelotero antes de jugar, qué le gusta comer dependiendo de la cuidad donde estén, si es borracho o no y hasta se podría decir que el mismo manager sabe a qué huelen los pedos al pelotero; y me pregunto yo: ¿cómo olían los pedos de José Canseco?, pues estaba inyectado casi todo el día con mentiras y farsas para pegar tantos jonrones o ¿cómo olían los pedos de Carl Ripken Jr?, que nunca tuvo escándalos de estupefacientes y era limpio y, es más, imagínate ir en una combi con las ventanas cerradas en un viaje de Los Ángeles, California a Washington, D.C., en 1998, con Mark Mcgwire y Sammy Sosa alimentados con solo burritos de frijoles en salsa verde y olerles los pedos combinados a los dos con todo el jugo que se metían en esa época; eso sería un muy buen reto para Record Guinnes, ver quién aguanta junto a ellos todo el santo viaje.
Ahora, en las últimas épocas de Grandes Ligas, creo que ya no hay managers con tanta pimienta como antes, por ejemplo, ese Ned Yost, ya retirado, ¿qué pinche chispa tenía? Era más plano y cerrado que el fundillo de una Barbie, pero eso sí, tiene dos anillos de campeón; o el actual manager de los Rangers de Texas, Chris Woodward, ese amigo sí, pa’que veas, la tiene bien difícil y con harto sufrimiento de que ese equipo no va llegar a nada por un rato y, aparte, no tiene ni tantito campechaneo en el dogout. Otro también que nomás le falta tantito chiltepín a sus mariscos es Dave Roberts, ese moreno asiático, como la mayoría de los californianos, siempre tiene buen humor, pero a cómo se lo han pendejeado harto por algunas decisiones en su pasado, se tuvo que quitar todos esos changos que traía en su espalda para ganar el reconocimiento y respeto de conocedores y fanáticos.
Pero ¿y ahora? ¿’Ónde están esos managers como el gran Billy Martin?, que se agarró a madrazos con Reggie Jackson, en 1977, en el dogout, bien sabroso; o Lou Pinella, a discusiones nariz con nariz con los ampáyeres; Bobby Valentine poniéndose bigotes falsos para seguir en el juego sin ser reconocido después de ser expulsado; o el gran Bobby Cox que tiene récord de más expulsiones, con 161 veces… y de esas historias hay millones que aquí no me alcanzaría el grafito del lápiz para terminar.
¡Y creo llego nuestra salvación! Tony La Russa se llama el que viene a ponerle la cajeta al baseball, bueno, ya esta medio viejillo caniquilla, pero este manager —que se retiró en el 2011 y hasta ya está en el Salón de la Fama— creó la adrenalina y el vicio de la pelota; lo volvieron a llamar y otra vez en el baile está y ahora con los White Sox, pues ese equipo fue el primero que manejo en 1979, luego se fue a manejar a los Atléticos y Cardenales y con los dos equipos quedó campeón; un anillo con Oakland y dos con St. Loius. Ahora, con White Sox, si se equivoca y cierra los ojos puede ponerla en la calle y quedar campeón así para tener anillo con los tres equipos que ha manejado.
La primera vez que lo vi me quedé impactado por la manera de manejar a los Atléticos; esa mirada misteriosa, ese pelo largo meneado por el viento que le salía de la gorra, ese caminado sabroso en el dogout y su seriedad para hacer sus movimientos y destellos tan atinados. Tony es pionero en eso de meter a chingos de relevos: zurdo contra zurdo, derecho contra derecho; cosa que a muchos no les gusta, pero a mí me encanta. En su libro One Last Strike —que perdí en alguna gira por pendejo— dice que era compa del guitarrista Carlos Santana y que le regaló un collar con suerte a La Russa en 2011; en ese año quedó campeón con Cardenales. También comenta su pleito con Ozzie Smith, que lo quería poner en la banca e hizo que el gran short stop optara por el retiro.
La vez que lo vi en una entrevista habló en español y también me sorprendió pues habla el idioma de una manera perfecta y muy caribeña, eso le queda como anillo al dedo pues en White Sox así juegan el juego desde el año pasado. Y qué más pimienta pueden pedirle a mi manager favorito si fue también, en el 2011, que hasta con culebrilla asistía a los juegos; el caballo todo enfermo, sin pena y dolor, estaba en las entrevistas con la cara desfigurada y le valía madre, no había vergüenza ni vanidad, él, como flecha, sabía a la prensa montar. Mi manager favorito, arrestado dos veces por manejar borracho, el que jugo el infield diez años en Grandes Ligas y pegó para un triste .199 de porcentaje, pero manejando el barco de vapor te ha llevado a dar tres vueltas al mundo sin caer de cabeza ni parpadear; el que su número 10 en St.Louis se tuvo que retirar y con serpentinas y buenos chiflidos la gente aplaudía y nunca paro de gozar. Bienvenido otra vez a tu hogar, Tony La Russa, otra vez te vamos todos a disfrutar.
Atentamente,
Pliego Villarreal
Fotografía principal: Adobe Stock.
Noticias relevantes
Nuestro equipo
Conoce a nuestro equipo