Una de las joyas mejor guardadas de Monterrey se encuentra inmersa en la sierra de Potrero Redondo, a dos horas de la ciudad. El trayecto no es ideal para aquellos que sufren de vértigo, pues la carretera es muy angosta y en varios segmentos se vuelve de un solo carril, por lo que no es extraño tener que detenerte y dejar pasar a alguien o inclusive tener que dar reversa hasta encontrar un espacio para librar el rebase.

Al llegar al lugar te encontrarás con una comunidad muy alegre que ha prosperado por el turismo de aventura que se ha vuelto popular en la zona en años recientes. El estacionamiento cuesta cincuenta pesos y la entrada otros cincuenta pesos por persona. 

El descenso a la cascada es a través de un sendero precioso que por sí solo hace que valga la pena el trayecto: rodeado de árboles, pájaros y, si estás atento, podrás encontrar la cueva goteando en el cerro. Pero sin duda la mejor parte es justo antes de llegar, cuando ya puedes escuchar el sutil aliento de la cascada respirando a la distancia. Al acercarte, serás sorprendido por un inmenso arco de roca natural que marca la llegada a la tierra prometida; al atravesarlo, no podrás evitar suspirar un poco ante la majestuosidad de este lugar. La alberca de agua natural y la vegetación que se encuentran inmersos en la montaña te robarán el aliento. 

Si planeas visitar la Cascada del Chipitín, recuerda ser respetuoso. Este es uno de esos lugares que por su inaccesibilidad, aún se encuentra en prístinas condiciones. Así que respeta este santuario de agua y toda la vida que alberga siguiendo la filosofía: Leave No Trace (“No dejes rastro”).

Nota adicional: Si eres un aventurero de hueso colorado, te recomiendo investigar sobre las expediciones de cañonismo llamadas: “Hidrofobia” y “Matacanes”, no te arrepentirás. Si necesitas más información al respecto, me puedes contactar en Instagram como @geraflou.

Video por mi hermano del alma y de sangre: @_roflou_

Para ver más sobre su trabajo, visita: Portafolio Hermanos Flou