Distinta piel
Escrita en: Enero 07, 2021
La energía que se mueve en nuestro cuerpo fluye con los pensamientos, emociones y situaciones que vamos viviendo día con día. La habilidad de observar el movimiento de nuestra energía necesita atención y sobre todo práctica, generalmente en áreas que no son tan obvias o sencillas de abordar. El trabajo de la observación sin juicios es una actividad que constantemente nos tenemos que recordar, a veces lo recordamos con tan solo tomar una pausa de cinco minutos al día y otras veces requiere un rato de reflexión más largo. Para lograr convertir un acto en hábito, regularmente comenzamos con decidirlo, una vez interiorizada la intención es entonces cuando podemos comenzar a generar hábitos continuos.
Muchas veces empezar a observar las palabras que decimos, en qué tiempo estamos hablando, y si hablo desde mi experiencia o desde el sujeto externo. Es un ejercicio muy interesante darnos cuenta de las palabras que utilizamos, pues todas las palabras generan una carga emocional en nuestro presente, algunas veces inconscientemente hablamos desde las voces que hemos escuchado de nuestros padres o familiares cuando éramos pequeños.
Actualmente estamos viviendo en cambios muy contundentes donde observarnos desde distintos lentes puede ayudarnos a ver una mayor cantidad de posibilidades en el presente, llevar la atención hacia lugares nuevos y tomar posturas distintas ante las ideas que pensábamos eran fijas.
Encontrarnos en patrones de pensamiento nos permite acceder a lugares de nuestra mente donde podemos decidir quedarnos y seguir repitiendo hábitos y cosas que nos ayudan a crecer o que nos dan estabilidad, lo interesante es ver ahora si los patrones heredados siguen siendo válidos en nuestra forma de vivir hoy, como individuos y como parte de una sociedad.
Las langostas para poder crecer llevan a cabo una serie de “mudas” de manera regular, durante las cuales pierden y renuevan su caparazón. Cuando son jóvenes lo hacen varias veces en el año y cuando son adultas normalmente solo una vez. Tienen la capacidad de desplazarse con sus patas y también pueden nadar propulsándose mediante violentas contracciones del abdomen, mecanismo que usan sobre todo en situaciones de fuga. Algo que realmente me resuena mucho al hablar de la postura de shalabhasana.
Generalmente podemos enfocarnos en los músculos de la parte de atrás del cuerpo que obviamente son lo que se están fortaleciendo y activando para levantar el corazón de la Tierra y elevar el torso lejos del piso. Es una postura bastante retadora porque rara vez estamos acostados en el piso boca abajo; al principio se pueden sentir músculos y sensaciones nuevas.
Para realizar la postura comenzamos acostados en el piso con las manos a los costados de las costillas bajas, la frente en el piso, alargando la columna imaginando realmente mucho espacio entre la cabeza y el coxis. Activamos piernas y poco a poco las elevamos del piso, con la fuerza de las vértebras levantamos cabeza y torso para después ofrecer el corazón hacia el cielo simulando ese cambio de piel del pasado y activando mucho el abdomen nos liberamos de las emociones que no nos permiten avanzar a través del calor.
Fotografía principal: Jossuha Theophile en Unsplash.
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