Entregarse
Escrita en: Abril 09, 2021
A veces, para reparar el daño de shocks emocionales basta con solo dejar que la situación se asiente, entregarse al descanso y rendirse al flujo emocional para darle espacio a un respiro del alma y poder asimilar lo que está moviéndose a causa de este shock inesperado.
Cuando experimentamos algún tipo de shock, naturalmente nuestro sistema nervioso activa una alerta; esto desata una serie de sustancias a través de nuestro torrente sanguíneo que son distribuidas a todo nuestro cuerpo, al cabo de unos momentos esto deja al cuerpo cansado, a la mente distraída y al corazón con emociones que lo pueden cerrar o lastimar. Este ciclo incluso se puede repetir a través de nuestra memoria, normalmente seguimos dándole vueltas al tema en nuestra mente, recorremos diferentes caminos que nos reactivan heridas del pasado o memorias emocionales que han sido muy profundas donde parece tan pesado que puede nublar nuestra perspectiva del presente. Unimos inconscientemente lo que estamos experimentando hoy con heridas anteriores y se crea una emoción aún más poderosa que sirve como gasolina para que el motor de la mente se vaya a lugares a veces obscuros o dramáticos, que nos alejan de nuestro centro; esto puede hacer que tomemos decisiones basadas en miedos.
Con esto busco que se genere una inquietud interna, una reflexión, una curiosidad de observar cómo reaccionamos ante cada situación, la única manera de realmente tomar responsabilidad de nuestras decisiones es en este momento de caos; es el momento de inhalar muy profundo para absorber nueva energía y que al exhalar salga de nuestro sistema toda la confusión. Esto no necesariamente nos va a dar las respuestas o va a solucionar mágicamente el tema, lo que sí va a hacer es que podamos mantenernos en la situación con mayor serenidad posible, que logremos ubicar nuestra forma de sentir y que nuestra mente sea observada desde un lugar compasivo con nosotros mismos.
Cuando nos sentimos así, contrariados, desubicados y movidos de maneras inexplicables, ir al tapete y hacer una práctica de una hora suena irreal, imposible; por lo que a veces sugiero solamente acostarse en el piso, contactar con la calma de sentirse sostenidos por la Tierra, dejar de hacer cosas, disminuir las revoluciones y descansar en el presente estado horizontal. Al acostarse en el piso, cerrar los ojos y colocar los brazos en forma de cactus le damos al sistema nervioso la señal de tranquilidad y apertura. Normalmente deja al corazón abierto para que las emociones y sensaciones se acomoden, se asienten y tengan movimiento dentro de nosotros; esto hace que la energía siga fluyendo y que podamos respirar con conciencia, estando presentes ante la situación actual.
La postura de “cactus” en los brazos es una postura moderna basada en la naturaleza y es muy utilizada en yoga restaurativo porque sirve como postura de preparación, calienta los hombros y el corazón, activa energía de amor, ayuda a estabilizar el cuello y la parte alta de la espalda.
Para realizarla solo hay que llevar los brazos hacia arriba, flexionar los codos a noventa grados a la misma altura de los hombros, las muñecas quedan alineadas con los codos y los dedos de las manos abiertos para que fluya energía por los antebrazos y el corazón se entregue al amor.
Fotografía principal: Justin Leibow.
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