Equilibrio en rotación
Escrita en: Julio 02, 2021
Existe una conexión intrínseca entre nuestros pensamientos, nuestras emociones y las sensaciones del cuerpo. Seamos conscientes o no, estos tres cuerpos o partes de nuestro ser se están alimentando uno a otro constantemente, de pronto entramos en ciclos repetitivos que ya no nos damos cuenta ni en donde comenzaron.
Regularmente hablo de una pausa en el día para poder observarnos en el mundo interno, reconocer el origen de nuestras incomodidades puede ser un proceso confrontador y muchas veces no estamos con ánimos de hacerlo, pero en mi experiencia con alumnos y pacientes en mis sesiones de energía y meditación he observado que siempre hace bien ver lo que hay adentro, sacar las lágrimas o las exhalaciones que liberan no solamente al cuerpo físico sino también al emocional y al mental.
Buscar las respuestas dentro de nosotros es una tarea tan compleja o simple como nosotros queramos, es un proceso, es poco a poco, es de paciencia y de sinceridad con uno mismo. Hacer frente de lo que sucede adentro nos va a ayudar a hacer más llevadero el mundo externo, nuestro trabajo y nuestras relaciones en general. El camino espiritual tiene sus recompensas, nos permite sentirnos y disfrutar de la libertad de escoger.
La disciplina del yoga tiene también sus recompensas, cuando exploramos posturas nuevas o posturas más avanzadas y nos permitimos realmente sentir lo que sucede cuando dejamos que el cuerpo, la respiración y la mente se enfoquen en una cosa distinta, nos saca de lo rutinario.
Al pasar los años practicando yoga parecería que siempre se van a poder hacer todas las posturas, avanzadas o básicas, pero la realidad es que a veces traemos más carga emocional o distracciones mentales que nos pueden alejar o acercar más a una postura, el objetivo real es poder observar todo esto que sucede en tantos niveles de uno mismo al mismo tiempo durante el proceso.
La postura del cuervo de lado con las piernas rodeando al brazo es una postura avanzada, aunque por supuesto que hay distintas opciones para niveles menos avanzados; se pueden utilizar herramientas como sillas, bloques, cobijas que ayuden a soportar peso en partes donde la fuerza o flexibilidad no se ha alcanzado.
Para realizar esta postura es necesario haber calentado muy bien los brazos, pues el balance lo obtenemos desde ahí. El abdomen se utiliza como apoyo para rotar las vértebras y las piernas nos dan estabilidad en la altura de la cadera.
Comenzamos sentados en el piso con las piernas hacia el frente, flexionamos la rodilla derecha para pasar la corva por detrás del brazo derecho lo más arriba posible acercándola hacia el hombro, las dos manos se apoyan en el piso para elevar la cadera y la pierna izquierda. Una vez que la cadera está elevada buscamos cruzar los tobillos, el izquierdo sobre el derecho, se activan mucho las piernas; se flexionan los codos para ir moviendo las piernas hacia el costado derecho y así realizar la torsión; buscamos que los dos hombros se encuentren a la misma altura del piso y la cadera se eleve; la vista va al frente y el abdomen hacia adentro. Busca imaginar las alas del cuervo equilibrando tu columna en la extensión y la fuerza de piernas y brazos.
Fotografía principal: Greg Rosenke en Unsplash.
Fotografía interior: Blanca Oceguera.
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