Estrella
Escrita en: Mayo 07, 2021
El centro energético del corazón —a la altura del plexo solar— es el punto intermedio entre el mundo emocional y nuestra palabra —nuestra capacidad de comunicación, ubicado en el cuello y la garganta—, es el enlace entre el mundo de las ideas, el campo mental y lo que se siente en las entrañas.
Meditar en el corazón nos abre las puertas del amor, ese amor por uno mismo y todo el amor hacia el mundo externo, las personas, plantas y animales. Es aquí donde reflexiono comprendiendo que la fuente de amor infinita somos nosotros mismos, pues nace desde nuestro centro, desde el lugar más especial-individual del corazón, un espacio al que podemos acceder a través de nuestra meditación. el lugar que nos conecta con el origen de la compasión, la empatía y la dulzura.
Para encontrar ese espacio es necesario, primero que nada, tener la intención, para logar algo hay que pasar por un estado de plena confianza de que se quieren hacer las cosas, la fe de que se va a lograr y la paciencia para entender la sabiduría propia del tiempo. Muchas veces, llegar al centro de nuestro corazón conlleva un proceso de años, de ir quitando capas de heridas emocionales acumuladas desde tiempos ancestrales, incluso cosas que están guardadas en nuestro ADN.
Realmente la postura de la estrella es más una postura de preparación para otras posturas como “la diosa de las diosas” o prasarita padottanasana, posturas de pie poderosas que nos invitan a reconectarnos con la Tierra a través de la activación de la parte interna de las piernas, el lugar más vulnerable de nuestras raíces.
Esta postura se puede practicar al principio de la práctica cuando se busque expandir, o también a la mitad de una secuencia para utilizarla como un momento para permitir al corazón regresar a un ritmo normal después de haber realizado alguna serie de vinyasas.
Para realizar esta postura comenzamos de pie separando los pies al largo aproximado de una pierna con los pies paralelos, colocando peso en la parte interna y externa de los pies de una manera equilibrada. Mantenemos el torso en el centro visualizando la columna elevarse hacia el cielo; los brazos se abren hacia los costados, pueden quedar a la altura de los hombros o un poco más arriba, dependiendo si queremos estimular al corazón o equilibrarlo si es que viene de un ritmo acelerado. Los dedos de las manos se separan; las palmas pueden ver hacia el piso, hacia el frente o hacia el cielo; los hombros relajados y el cuello largo.
Esta postura puede servir como postura de meditación activa cerrando los ojos y respirando con inhalaciones y exhalaciones largas, imaginando que desde el centro del corazón sale una chispa de luz brillante hacia todo nuestro cuerpo, recorriendo cada parte a través de venas, tejidos, sistemas y toda nuestra piel, permitiendo que esta luz se expanda por dentro y por fuera del cuerpo para llenarnos de luz en cada átomo y célula.
Imaginar la luz de una estrella atravesando todo nuestro cuerpo, emanando esa luz hacia todo nuestro ser a través de la respiración puede acercarnos a esa fuente de amor infinita en el centro del corazón y así brillar en nuestra existencia.
Noticias relevantes
Nuestro equipo
Conoce a nuestro equipo