Existen partes de nosotros que a veces damos por sentadas, por ejemplo, nuestro sistema nervioso parasimpático, encargado de todas las actividades como la digestión, la regulación del sistema circulatorio y todos los actos involuntarios. Este sistema es vital porque nos permite descansar o sentirnos relajados y muchas veces esto nos puede brindar la oportunidad de ver cosas con menos carga y lograr momentos más felices.

Este sistema se activa cuando nos flexionamos hacia el frente en un acto consciente, de alguna manera el hecho de acercar nuestra cabeza a las piernas nos ayuda a ir hacia adentro de nuestra mente y reflexionar sobre el pasado que cargamos en la parte de atrás de la espalda y que necesita integrarse con tranquilidad en nuestra experiencia presente. 

Llevamos años cargando cosas en la espalda que nos generan mucha más tensión cuando nuestra postura es sedentaria e incluso cuando no nos permitimos momentos de “no hacer”. El acceso a tantas imágenes, videos, sonidos y estímulos están dejando a nuestro cuerpo y mente exhaustos. He escuchado muchas veces que para descansar los seres humanos de la actualidad se acuestan en un sillón y ven su celular, lo cual realmente no nos ayuda a apagar el sistema de huida y escape o bien conocido como fight and flight response. Nos encontramos con cosas que a veces generan emociones dentro de nosotros y con la gran cantidad de datos que podemos procesar seguimos acelerando nuestros sentidos y el nivel de estrés.

Algunas veces, para mí, descansar un día completo o muchas horas seguidas del celular o la computadora me permiten ver cosas en mí que me hacen sentir más libre, es un buen ejercicio imaginar por momentos una realidad como la vivían los humanos antes de tanta tecnología.

En esta ocasión escogí la postura de dandadayama janushirasana para poder ilustrar una flexión al frente efectiva que nos ayuda a conectar con el equilibrio interno y, a su vez, a limpiar órganos y músculos de la parte abdominal, aunque no se vea, esto puede ayudar mucho a quitar tensión en la espalda baja y la parte del sacro donde se encuentra la mayor concentración de nervios en el cuerpo.

Para realizar la postura de la “cabeza a la rodilla de pie” comenzamos desde tadasana o la postura de la montaña, con los pies paralelos al ancho de caderas con los brazos a los costados. Al inhalar alargamos mucho el torso para imaginar que la cabeza flota hacia el cielo, al exhalar flexionamos la rodilla derecha a la altura de la cadera con el pie en flex, acercamos el torso hacia el muslo derecho y entrelazamos los dedos de las manos en la planta del pie; este es el primer paso de la postura y te puedes mantener ahí si sientes que es suficiente para tu cuerpo en este momento. Para continuar, el segundo paso es alargar el talón derecho hacia enfrente activando muy bien la pierna derecha de los músculos de la parte de adelante, tratar de acercar la frente a la rodilla a través de la activación del abdomen y de la fuerza al llevar al ombligo hacia la columna. La tercera etapa es mantener la pierna de base lo más fuerte posible y alargada para sostener el equilibrio. Para mantener la postura buscamos una respiración continua y fluida que nos permita ir hacia el mundo interno con calma y fuerza.

Fotografías: Blanca Oceguera.