La danza de los inicios y finales
Escrita en: Julio 09, 2021
Vivimos en una eterna rueda que engloba ciclos; nacemos y lo único certero que hay es que moriremos, todo lo que sucede en el intermedio es un regalo de la existencia; se nos olvida que, a veces, para continuar en los cambios de la vida algo tiene que quedar atrás y es parte de la ofrenda, de la experimentación en el paso por esta vida.
Vamos avanzando cada día tomando decisiones que consciente o inconscientemente nos acercan a nuestro verdadero propósito, muchas de estas decisiones requieren de cambios, de plantear nuevas formas de vivir, intentar cosas nuevas y ver como resultan, algunas nos dan cosas que nos gustan y otras desencadenan consecuencias que pueden brindarnos mucho aprendizaje; ésta es la danza de la vida, seguir intentando y planteando alternativas innovadoras incluso para descubrir lo más oculto o guardado en el inconsciente.
La destrucción da paso a lo nuevo, la noche más obscura da paso al amanecer más brillante; aunque a veces se sienta pesado el velo de la incertidumbre, cada día podemos irnos acercando hacia la construcción de estructuras internas sustentables; más que hábitos me refiero a la sanación de traumas y experiencias que nos marcaron tanto que a veces siguen haciéndose presentes en nuevas situaciones.
La imagen de Shiva Nataraja o la danza del rey Shiva sucede en el centro del anillo cósmico universal de fuego donde se simboliza el ciclo eterno de nacimiento, vida y muerte. El dios Shiva danza en esta rueda para recordarnos que la existencia no se detiene, a veces se encuentra con obstáculos y busca moverse en esta danza geométrica para liberarse de la ignorancia, de los apegos, de los juicios; busca entonar el sonido sagrado OM para que su eco resuene en todo el universo y el orden continúe su ritmo divino. En el centro de todo este espectáculo se encuentra el corazón de Shiva, para recordarnos que el centro de todo es el amor, que desde el corazón se expande la fuerza para vencer cualquier miedo, danzar desde el amor para celebrar la vida y la muerte, para fluir en los cambios y movernos con las experiencias de forma armoniosa.
Esta postura es muy especial para mí porque fueron muchos años de práctica que me llevaron a entender el movimiento que causa internamente y sentir el equilibrio en la danza de las células que están en constante movimiento en cada latido de mi corazón. La imagen a la que recurro cuando practico esta postura es la de la expansión del amor como guía de todo, de mi cuerpo, de mis pensamientos, de mis actos y también de mi fe.
Para realizar esta postura comenzamos de pie, previamente hay que calentar, especialmente las ingles de la parte de adelante y los hombros, así como la espalda con flexiones hacia atrás. Tomamos el pie derecho desde el tobillo en la parte interna al inhalar, así mismo levantamos el brazo izquierdo al cielo; poco a poco, al exhalar, elevamos la pierna derecha al cielo haciendo una palanca con el brazo y la pierna para mantener la postura por muchas respiraciones, permitiendo al corazón abrirse y elevarse hacia el cielo. Busca la sensación de expansión en esta danza divina de la vida desde el centro de tu corazón al centro del universo y respira con amor en esta danza eterna de la existencia.
Fotografía principal: Sanjay Hona en Unsplash.
Fotografía interior: Blanca Oceguera.
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