Rotando
Escrita en: Marzo 05, 2021
Regularmente cuando las personas escuchan la palabra: “yoga”, de inmediato la asocian con flexibilidad. La realidad es que, como muchos ejemplos de diversos maestros, como B.K.S. Iyengar, la flexibilidad se va alcanzando a través de la práctica.
Algunas personas se acercan a la práctica del yoga para alcanzar los beneficios físicos, mejorar su salud, aumentar su capacidad muscular o incluso para recuperarse de algún tipo de trauma o accidente. Aunque las razones son distintas, son lo mismo: mejorar algo u optimizar el funcionamiento general de todos los sistemas del cuerpo. Es real que la práctica física es la puerta de entrada a un mundo donde existen aspectos más y más profundos que incluyen a la mente, las emociones y ese espacio interior que se conecta con una fuerza o energía suprema. Se habla mucho de la espina dorsal o la columna porque es el medio físico que contiene mucha de la información que nos sostiene.
Buscar mantener una columna flexible es lo que realmente va a ayudarnos a mover las demás partes de nuestro cuerpo y lo que va a permitir acceder a distintas áreas de nuestra mente y corazón. Cuando comprendemos la importancia de nuestra médula, de nuestro sostén de vida ubicado en la columna, podemos hacernos conscientes de la manera en la que recibimos la vida; la manera en cómo nos sentamos, acostamos y caminamos tiene directa relación con estas bases.
Casi a nadie de nosotros nos enseñaron a conocer o entender la anatomía de nuestras vértebras, pero cuando hay curiosidad podemos descubrir la maravillosa máquina que portamos en esta experiencia llamada vida. Esta máquina maravillosa puede moverse en muchas direcciones y, al entender que el movimiento es lo que genera salud, es cuando se vuelve un camino más agradable.
Es importante reconocer el punto de partida del cuerpo, a veces observar sin juzgar el estado de los músculos puede generar frustración, pero la realidad es que es una marca de inicio en la práctica, es un punto específico que nos da información y referencia sobre el presente, pero que algún día va a ser un lugar distante que nos permite reconocer el camino avanzado.
Las torsiones al principio pueden parecer imposibles o dolorosas, son movimientos que regularmente no realizamos y que requieren un poco más de preparación física, definitivamente hay que calentar al cuerpo con posturas de pie para que la tensión que pueda existir en la parte de atrás de las caderas se suelte y eso permita que la rotación suceda desde las vértebras lumbares. Otro punto sumamente importante es haber activado el abdomen de manera consciente, en primera instancia para limpiar a los órganos internos de cualquier cosa que se haya quedado guardado, también para activar el fuego interno y finalmente mantener un tono muscular que proteja los movimientos vertebrales y esto permita la liberación de cualquier tensión a nivel del sistema nervioso.
Para realizar la postura parivrtta parsvakonasana comenzamos de pie; movemos la pierna derecha hacia atrás dejando el talón levantado apoyando bien todos los dedos y el metatarso; levantamos los brazos hacia el cielo en una inhalación profunda y al exhalar llevamos las manos enfrente del pecho en postura de oración y alargamos la columna y el corazón hacia adelante para llevar el codo derecho hacia afuera de la rodilla izquierda y comenzar a rotar la columna. Mantener las caderas simétricas es un punto de observación importante para mantener una base estructurada. En cada inhalación buscamos alargar la columna y en cada exhalación rotar las vértebras para abrir un nuevo espacio en el corazón y exprimir cualquier tensión física y emocional.
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