La pelota y el llano
Escrita en: Diciembre 19, 2020
Una vez me entrevistaron en una estación de Monterrey, Nuevo León, ciudad donde se respira y apesta a competencia en cada esquina de la región. Uno siempre quiere brillar más que el otro presumiendo sus bienes económicos y bienes materiales y no incluyen el corazón. La mayoría de las madres quieren que sus güercas tengan un mejor XV años que el de la hija de la vecina quitándole el sazón.
Yo, con doble nacionalidad, llevando las dos culturas: gringa y mexicana, soy nacido en Monterrey, Nuevo León, tierra de acordeón donde hay más huevos que piedras. Siempre he pensado y analizado que todos cagamos igual, a lo mejor unos cagan más que otros al día y yo levanto la mano, apunto mi dedo índice al cielo porque yo soy uno de ellos. Siempre soy y seré brutalmente sincero y si mi árbol a veces no tiene muchas naranjas, así lo saco y lo enseño aunque a ti te sobren peras y manzanas.
Y empezó la plática, el disparo de saliva y la competencia del entrevistador hacia mí pa’ver de béisbol quién sabía más. Yo calladito me miro más bonito y escuchaba a detalle los versos, relatos y pelotazos que me aventaba duro y a la cabeza. Empezó mi turno al bat, mi mente mandó orden a mi lengua de hablar y al momento de empezar usted sabrá que no tengo filtro ni puertas que detengan mis palabras y el productor del programa me mandó callar.
Me preguntaron que si jugaba béisbol y yo orgullosamente les contesté que sí. Yo juego béisbol llanero en una de las mejores ligas de Nuevo León y les mando un saludo a mi equipo Venados de Villarreal que, aunque en veces perdemos, estamos unidos y no lo miramos mal, y después del encuentro nos ponemos a mamar de una a una en miles cantidades y siempre riéndonos de nuestras barbaridades, y aunque ya no juego en el primer nivel me vale madre, yo creciendo y mirando a mis ídolos como Pete Rose y Rickey Henderson lo doy todo en el diamante, le pongo harta pimienta y sabor.
El entrevistador después de escucharme me miró con una burla sarcástica, caricaturesca, mamerta, venenosa y luego respondió: "el nivel donde juegas tú es meramente amateur, recreativo y bajo".
Yo, Pliego Villarreal, invito a toda la gente aquí presente que piensa que jugar pelota en el llano es meramente fácil y sencillo, que lleguen a jugar todos los domingos a las 10:00 de la mañana, haga calor o haga frio, que agarren un turno al bat, pero que se pongan casco, y bienvenidos a la kermesse de bolazos.
Nosotros los que jugamos el hermoso deporte del béisbol en un llano, nos aventamos por los elevados aunque caigamos en vidrios, latas, piedras y caca de caballo; nosotros no necesitamos aplausos, nosotros mismos nos animamos.
A nosotros los llaneros no nos importa jugar contra peloteros pagados, nosotros en vez de jugar por dinero, esperamos a que llegue el domingo, y aunque lleguemos al diamante crudos, hechos garras, desvelados, en la calle donde caen los jonrones, lo vomitamos; aquí en el llano nosotros les robamos hasta la cartera al pitcher aunque barriéndonos de trompa nos rasuren la barba y la mollera, y en vez de una almohadilla, llegamos a un tapete igualito al de tu tía. Nosotros los llaneros tenemos los mejores coaches y managers, ellos con vanidad nos mandan las señales que nunca las entendemos y no nos vale madre, las únicas señas que entendemos es "vete por la carne", "la cerveza" y "el hielo".
En este nivel no hay utileros que te laven y planchen el uniforme, que te boleen los spikes, que te sacudan las medias, desdoblen el cinto y te canten melodías certeras; no hay doctores o trainers que te curen las heridas, que te carguen cuando andas mocho, te enseñen los dedos cuando estás mareado o te echen mentiras con amor cuando terminas madreado.
Nosotros somos nuestros mejores animadores, bat boys y hasta del juego conductores, jugar en el llano no es cosa de llanto, es cosa de amor y así te lo canto.
Atentamente,
Pliego Villarreal
Fotografía principal: Adobe Stock.
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