Pintalabios y cuchillos
Escrita en: Julio 30, 2021

Ayer me desperté muy contento y feliz; me cansé de dormir, descansé sabroso; me puse el calzón rojo de la suerte para, por fin, ver a la Selección Mexicana de Béisbol y abrir bien los ojos para verlos jugar contra una gran potencia caribeña, nada menos y nada más que la República Dominicana. Me senté en la silla con un agujero —a la cual muchos llamamos la oficina ingrata—, empecé a hojear el periódico virtual y agarré el camino de letras, palomitas y foquitos para informarme de varias cosas, y el primer aviso que me sale es el odio bárbaro y bombardeo en forma nuclear para el equipo mexicano de softball femenil que, desde que empezaron su competencia olímpica, miles les tiraban cuchillazos que porque no son mexicanas y un largo etcétera.
Creo que cuando eres atleta olímpico y vas a representar a México necesitas llevar una armadura desde que te subes al avión porque los tiros y las críticas van con todo. Los cuchillazos ya eran duros como bazucazos porque resulta que se informó que las muchachas echaron a la basura sus uniformes de juego y entrenamiento y no sé qué. Salieron miles de señoras reporteras de cristal quebrándose y maldiciendo exageradamente a las softbolistas mexicanas, ¡a ver! ¿quién chingados vio eso con sus propios ojos? ¿Quién piensa que unas muchachas que se rompieron la madre harían semejante cosa de tirar uniformes olímpicos a la basura? Con todo respeto, si fueran hombres como uno a lo mejor y les creo y hasta les mando un abrazo, pues nosotros los hombres somos un poco más chileros y ahí si te la creo, pero las mujeres tienen más ilusiones y vivieron mucho tiempo entrenando para entrar a los Olímpicos; son más cuidadosas con esos asuntos. Yo no soy ningún atleta olímpico, pero soy músico y he viajado un chingo de veces, la neta he olvidado mil cosas en los hoteles que, llegando a mi casa, me arrepiento por olvidar; aparte, al equipo de softball les dieron varios uniformes, ilusiones y sueños; también viajan con todo el equipo para jugar: guantes, arreos, bats, sus champús, pinturas, pestanas postizas, pinta labios, tacones, medias y, a lo mejor, cosas que las damas solo saben; entonces, no sigan mamando y póngase a jalar en lo suyo, total, el uniforme es de ellas; ¿qué tal que llegaban al aeropuerto y les cobraban sobreequipaje por tanto peso en sus maletas? A ellas no les corresponde pagar con flores y cerrones de ojos que a lo mejor ni ellas recibieron, y no estoy defendiendo a nadie, los japoneses son muy vivos y de seguro tienen cámaras hasta en los boquetes de basura y si algún día sale algún video de alguna seleccionada tirando los uniformes fuertemente me romperán el corazón como a muchos, que sin estar seguros ya les rompieron hasta las ilusiones.
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Ahora, no hay otra mas que apoyar a la Selección Mexicana de Béisbol; todos ya sabemos lo que pasó, todos ya sabemos cómo se dividió; será sandia o melón, pero creo que todos tenemos a México en el corazón. Ayer se perdió y aunque vi con menos joseo y perreo a Dominicana, ellos siguen con su béisbol caribe. El martes pasado los dioses del béisbol los regañaron fuerte por andar de exagerados gozando y, en la última entrada, Japón los dejó en el campo llevándose el triunfo 4-3. Ayer, México contra Dominicana fue un gran duelo de pitcheo, lo sé, pero creo que en la sexta entrada un error clave fue mandar a Issac Rodríguez a home, subestimando el cañón que sigue teniendo el seis veces All-Star, dos veces líder de home runs en todas las Grandes Ligas y el segundo lugar de asistencias en la franquicia de los Blue Jays, José Batista. Francamente, si le hubieran dado luz roja a Rodríguez otro pito nos hubiera chiflado porque seguían los bateadores de poder que ayer sólidos contactos pegaron, pero nomás en la hora sexy no despertaron.
Hoy se tiene que ganar, a huevo, contra el anfitrión, Japón. México tiene que regresar sí o sí con una medalla olímpica; la mesa la tienen puesta y con cubiertos, nomás hay que saber cuándo usar el tenedor chiquito, la cuchara mediana y el cuchillo grande para no golosinarse y menos, empalagarse.
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Atentamente,
Pliego Villarreal
Fotografía principal: Adobe Stock.
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