A lo alto
Escrita en: Agosto 13, 2021
En estos tiempos parece vital hablar de la salud mental, de la capacidad de querer mantener el bienestar y la armonía más allá de solamente tener ausencia de dolor; esa sensación más etérea e inexplicable con palabras; esas emociones que nacen desde el instinto y la intuición; eso que, con atención y observación a través de ojos menos juiciosos, nos puede abrir la posibilidad de integrar las situaciones de cambio en esta vida tan diversa.
De manera personal y basándome en la mera experiencia, puedo ver que la relación entre la mente y el cuerpo es cada vez más directa y que sí comparten mucha información constantemente. El bienestar lo relaciono con mantener ese balance de mente y cuerpo haciendo que las dos partes se muevan con la misma intención y dirección. Cuando procuramos mantenernos lo más saludables posible, estamos promoviendo el alejarnos de enfermedades mentales que desatan enfermedades físicas y/o viceversa.
Por otro lado, existe una relación directa entre la gestión de las emociones y el bienestar en la mente, lo que nos indica por todas partes que todo está unido, que todos y todo está interconectado; es por eso que uno y otro cuerpo se necesitan atender con la misma importancia. Muchas veces cuando me encuentro con personas muy analíticas y racionales es complicado que busquen un espacio de su tiempo para darle a las emociones mantenimiento, existen muchas posibilidades de acercarse a ellas, lo cual puede hacer ver a la idea de atenderlas algo muy complejo o difícil, o tal vez no tienen las herramientas específicas que cada ser humano necesita para saber abordar todo este cúmulo de emociones que son tan subjetivas y difíciles de definir.
Todos estos factores son clave para encontrar el balance individual, entre conocer lo que a cada uno le proporciona felicidad, sentir como el corazón se mantiene moviendo nuestras acciones, todo lo que decimos y la manera en que lo hacemos, la habilidad para ser amables con nosotros mismos y nuestros procesos.
En la variación de la postura del “arco de pie”, para mí se siente muy claro la unión entre mente-cuerpo-emociones, unidos a través de la confianza. Estar con los pies apoyados en la Madre Tierra, experimentando arraigo a la fuente de conocimiento milenario parte del universo, con las piernas fuertes y el coxis apuntando hacia abajo y así extender la columna desde la base hasta el cielo y al activar el cuerpo interno en el piso pélvico, entonces el corazón viaja a lo más alto del cuerpo, tanto que genera un arco que busca unir dos partes tan opuestas, pero tan directamente relacionadas, como la mente en nuestra cabeza y la parte más física, representada por el contacto de nuestros pies en el piso. En la textura que sea: arena, agua, tierra o incluso el lodo, logran ser unidos por la apertura del corazón, por su extensión y expansión hacia lo más alto y divino; dejar que abra las puertas de nuestro lugar interno, donde nos sentimos seguros, contenidos, abrazados y desde donde nos buscamos conectar con la naturaleza, con otros seres humanos, con los animales, con las plantas, con las cosas que consumimos, los desechos de basura que generamos, los químicos que utilizamos y, entonces, realmente observar que el amor es la vibración más alta del universo.
Fotografías: Blanca Oceguera.
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