Arraigo invisible
Escrita en: Octubre 23, 2020
Nuestra cabeza es el contenedor de una glándula muy importante, la glándula pineal. Esta glándula es mi favorita; es del tamaño de un grano de arroz y se encuentra ubicada en el centro del cerebro, justo en medio de los dos hemisferios cerebrales, y se encarga de la producción de la famosa hormona melatonina, un derivado de la serotonina, encargada de regular los patrones del sueño. Se encuentra presente en casi todas las especies de vertebrados y es también llamada “ojo parietal” o “tercer ojo”, funciona como un receptor de la luz y eso regula los ciclos fisiológicos importantes.
Es una glándula mencionada también en varias culturas y tradiciones, es un tema sumamente extenso, pero en pocas palabras es el “asiento del alma”. Se relaciona con el sexto y séptimo chakra; es el punto que nos conecta con energías superiores, con el todo, con el centro del Universo que nos permite acceder a frecuencias más elevadas donde nos hacemos uno con la consciencia cósmica; donde encontramos el vacío y nos sentimos llenos al mismo tiempo.
Para mí, la glándula pineal es sumamente interesante. Me imagino ese pequeño grano de arena percibiendo la luz y la oscuridad, permitiendo al observador existir y ver la realidad. Esa silla es el espacio donde realmente podemos descansar en la libertad, experimentar el desapego y dejar que nuestros pensamientos se desarrollen para en algún momento desaparecer.
Cuando pienso en una silla, en su función, en su diseño, encuentro mucha similitud con el cuerpo humano: con los huesos y articulaciones, con su capacidad de proveer estabilidad para soportar el peso de todo nuestro cuerpo y darnos la posibilidad de descansar, sentir confort y arraigo.
Normalmente buscamos la oportunidad de sentarnos para realizar distintas actividades y a veces pasamos muchas horas en la misma postura sin darnos cuenta si realmente estamos permitiendo el flujo de nuestra energía de manera óptima. Existen muchos desbalances en el cuerpo provocados por una postura deficiente donde la columna se colapsa. En ingeniería existen diversos estudios sobre la postura laboral y la importancia de utilizar una silla adecuada para las proporciones de cada cuerpo. El hecho de sentarnos también nos une, como puede ser cuando compartimos alimentos o momentos de creatividad.
Utkatasana se traduce como la postura de la silla o postura inmensa, se incluye en el Saludo al Sol B. Es una postura de fuerza en las piernas, de equilibrio entre el frente y la parte de atrás del cuerpo y de mucho arraigo.
Para realizar esta postura comenzamos de pie con los pies paralelos, pueden ser juntos o al ancho de las caderas manteniendo el mismo peso en los dedos de los pies que en los talones; las rodillas se flexionan tanto que se logren ver los dedos de los pies en la misma dirección que el segundo dedo. Los isquiones —huesos donde nos sentamos— se sientan en esa silla imaginaria dirigiéndolos hacia el piso, al igual que el coxis. Los músculos del piso pélvico se elevan, el abdomen se acerca a las vértebras lumbares para equilibrar cualquier exceso en su curvatura. Los costados del cuerpo se alargan para que los brazos se eleven hacia el cielo, en la misma dirección que nuestra energía. La postura, sostenida por varias respiraciones, promueve el arraigo desde las piernas a la Tierra y sostiene el peso de la columna como una base para que la energía ascienda, igual que una silla sostiene en su asiento al cuerpo humano para dejarlo trabajar, comer o conectar con sus sueños invisibles desde una base sólida.
Fotografía principal: Ellen Qin en Unsplash.
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