Camino de energía
Escrita en: Octubre 16, 2020
Nuestra columna vertebral contiene al canal central del cuerpo llamado sushumna, por el que cruza nuestra energía vital. Generalmente se representa a esta energía con la imagen de una serpiente que se encuentra enroscada tres vueltas y media en la base de la columna, en el hueso del coxis, a esta se le llama kundalini.
Se dice que existe un cuerpo energético compuesto de muchos canales o hilos de energía que cruzan todo nuestro cuerpo como si fuera un sistema nervioso, pero donde pasan todas las partículas de luz, belleza, gracia y alegría; lo cual es nuestra naturaleza, pero a veces lo olvidamos cuando experimentamos algún trauma, dolor, miedo o simplemente la frecuencia en la que vibramos disminuye, es cuando surgen desequilibrios o desajustes en nuestra salud que a veces vemos reflejados como dolores o enfermedades. Regularmente se atiende a estas alertas a través de medicinas o procedimientos más intensos. En la práctica de yoga se busca mantener un equilibrio desde el movimiento de la energía que sucede con una respiración consciente y constante al realizar las posturas. Las primeras cosas que enseño a mis alumnos son: respirar y hacerse presentes en mover el aire hacia adentro y afuera del cuerpo con atención para entonces elevar la energía y distribuirlas a todos los átomos y células del cuerpo.
La columna es la base estructural que permite que todo se sostenga. En la práctica de yoga, el eje central de atención es ahí. A partir de mantener una columna saludable, flexible y alineada podemos encontrar balance en los ejes y planos del cuerpo, así como balance en los pensamientos y emociones que circulan constantemente en nosotros.
La postura de ardha uttanasana viene del sánscrito, donde ardha significa “media”, ut es intenso, tan es “extender” y asana “postura”. Es la postura de la media extensión de pie. Es parte del Saludo al Sol, en mi opinión es una postura que tiene cierta dificultad para lograr absorber profundos beneficios. Ayuda mucho a fortalecer los músculos que se encuentran entre las vértebras y a los costados; a incrementar la flexibilidad de atrás de las piernas y la fuerza en la parte de adelante y trabaja también músculos pequeños del sacro.
Para realizar esta postura podemos comenzar de pie: los pies están paralelos intentando mantener dos líneas desde el segundo dedo y el talón, manteniéndolos al ancho de las caderas recibiendo el mismo peso en el pie derecho y en el pie izquierdo. Las rodillas pueden estar flexionadas mucho, poco o ligeramente dependiendo del nivel de cada practicante, casi siempre buscar doblar un poco más al principio ayuda a ir incrementando la flexibilidad para poco a poco ir llevando los isquiones —o huesos donde nos sentamos— hacia el cielo, imaginando que la cadera rota sobre el hueso fémur pasando un poco más de peso hacia la parte externa del pie para conectar con los músculos laterales de las piernas y ayudar a liberar la pelvis. Se busca activar los músculos lumbares promoviendo una curva suave, para de ahí continuar alargando la espalda media de manera que se sienta el trabajo en la espalda alta y tratar de generar espacio entre las vértebras lumbares. Para la cabeza me gusta mantener la vista hacia el piso o un lugar donde la coronilla realmente avance lejos de la cadera, imaginado estas dos fuerzas opuestas que alargan a la columna y permiten que el trabajo de los músculos de la espalda dibuje un camino largo y extendido para que la energía sea distribuida hacia todo el cuerpo. Las manos pueden tocar el piso o tal vez las espinillas para lograr una extensión de nuestro camino energético.
Fotografía principal: Sonaal Bangera en Unsplash.
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