La postura de las cuatro extremidades de la columna o chaturanga dandasana en sánscrito, es una de las posturas más utilizadas en los saludos al sol, se registra como parte del yoga moderno en el libro La luz del Yoga del maestro BKS Iyengar, uno de los más importantes íconos en el yoga moderno. 

En lo personal siento que esta postura realmente nos conecta con esa parte animal, reptiliana; podemos ver como se alarga la columna, el cóccix se aleja del sacro como cuando una lagartija se siente amenazada por algún depredador: se desprende de su cola para distraer al enemigo y escapa con mucha elegancia y sofisticación. También encontramos que esta postura desafía la gravedad de alguna manera y nos invita a conectar con muchísimos músculos al mismo tiempo, lo cual me remite a la agilidad de las lagartijas de moverse muy rápido cuando buscan escapar de cualquier peligro. Esta postura nos permite estar muy presentes en el cuerpo y la respiración cuando se sostiene por largo tiempo, cosa nada sencilla pero alcanzable.   

Visualmente esta postura parece sencilla, pero requiere de mucha práctica para poder lograrla con el alineamiento óptimo. Es una postura importante en cualquier secuencia de vinyasa, por lo tanto, es vital realizarla con mucha atención pues al repetirla varias veces podemos encontrar cansancio y falta de fuerza en los brazos. Generalmente las primeras partes del cuerpo que colapsan son las caderas; he visto tantas veces que la fuerza de empujar que realizan los hombros, brazos y manos es a veces tan desconocida que lo primero que baja es la cadera. 

Generalmente a esta postura le antecede la tabla, plancha o también conocida en sánscrito como phalakasana, pues nos permite extender la columna y prepararla para cualquier tipo de flexión.

Para realizar la postura es necesario trabajar en los cuatro puntos de apoyo: los dedos de los pies bien colocados en el piso, el mismo peso en los dos pies y también que se mantengan colocados de manera paralela a la misma altura para poder activar la fuerza de las piernas. Para principiantes se pueden apoyar las rodillas en el piso un poco más atrás que las caderas para permitir la extensión de la columna. El coxis se dirige hacia atrás de las rodillas, lejos de la cabeza; el vientre bajo se aleja del piso, dirigiendo la energía del centro de poder hacia la columna y la cadera se sostiene para evitar su colapso. Es importante que la cadera y la cabeza se mantengan a la misma altura durante todo el proceso de la postura para prolongar el alargamiento de las vértebras. Las muñecas se colocan debajo de los hombros, los dedos de las manos abiertos con el dedo índice indicando las doce del día en un reloj imaginario. Los codos apuntan ligeramente hacia atrás para rotar levemente el hombro, esto es lo que hace que esta postura sea tan especial y distinta a una lagartija común. Buscar separar las clavículas y dirigir el corazón hacia adelante sin hundir el pecho buscando el horizonte, permite que la energía se mantenga horizontal y en extensión, lo que reta al cuerpo y a la mente, pero también activa el sentido de confianza y ligereza que rompe con esquemas y leyes de la física. Es importante que al flexionar los codos se mantenga un ángulo de noventa grados y que los hombros queden siempre a la misma altura que los codos para evitar lesiones donde el peso puede caer en los hombros y generar incomodidad y fuerzas erróneas. Los músculos posteriores del cuello se mantienen trabajando y permitiendo que la cabeza se mantenga a la misma altura que los hombros, recuerda bien llevar tu coronilla hacia adelante para devolver el aire y oxígeno al cerebro y dejar espacio entre los pensamientos.

Fotografía principal: Zdenek Machacek en Unsplash.