Curva hacia adelante
Escrita en: Diciembre 31, 2020
Nuestra espalda representa el fundamento de nuestra vida, es el lugar donde nos apoyamos y donde muchas veces vamos cargando el pasado. Es una parte de nuestro cuerpo a la cual es difícil acceder o tener conciencia, muchas veces no conocemos sus partes o la manera en la que se mueve.
El reconocimiento de nuestra espina dorsal es algo que de pronto sucede por alguna acción externa, ya sea que nos dé curiosidad o que exista algún evento en la vida donde se nos invita a conocerla, aprender a cuidarla y sobre todo a mantenerla presente durante nuestro día a día.
En la actualidad, la mayoría de las actividades que realizamos son sentadas: cuando nos transportamos de un lugar a otro, cuando trabajamos, cuando comemos, cuando descansamos e incluso cuando pasamos un momento de meditación. Físicamente nuestra espalda sostiene al sistema nervioso, a la mayoría de los órganos y a una serie de cadenas musculares que tienen una interconexión con nuestro estado energético y emocional.
Nuestro cuerpo energético posee un canal o tubo central que justamente está ubicado dentro de nuestra espina dorsal, es el lugar por donde pasa la mayor cantidad de energía, la que absorbemos de la Madre Tierra, la energía vital que existe dentro de cada uno de nosotros y la energía divina o suprema que entra por la coronilla de la cabeza. Regularmente lo podemos imaginar como un cable de luz del espesor de un cabello, que gracias al trabajo espiritual (ej. yoga o meditación) se puede ir haciendo más amplio y así distribuir mayor energía a todas las capas de nuestro ser.
Cuando nos sentamos en el piso existe una tendencia natural a curvar la columna y esto puede ocasionarnos una debilidad en los músculos que sostienen la espina dorsal, pueden generar tensión en la parte de atrás de las piernas y algunas veces también distensión en el área abdominal; a diferencia de una flexión al frente consciente y activa, donde el cuerpo mantiene balance entre la fuerza de la parte de atrás y la de adelante.
Paschimottanasana, es una de las posturas básicas del hatha yoga, aparece en uno de los textos antiguos llamado Hatha Yoga Pradipika que data del siglo XV, un texto dedicado al dios Shiva, donde se afirma que Shiva enseñó estos movimientos del hatha yoga a su consorte Parvati.
Es la flexión al frente más profunda, reduce el estrés por la activación del sistema parasimpático y por promover la relajación del sistema nervioso central; da una sensación de recogimiento hacia el centro y permite la introspección. Considero que es una postura intermedia porque la pueden realizar principiantes aunque sientan que les hace falta flexibilidad; justamente con posturas como éstas se gana flexibilidad y se realiza un trabajo en las piernas muy notorio.
Para realizar esta postura comenzamos sentados con las piernas colocadas al frente, los pies en flex (apuntando hacia el ombligo), mismo peso en los dos isquiones, los talones empujan hacia el piso para activar las piernas, las rodillas se pueden mantener flexionadas hasta donde se sienta trabajo profundo en los cuádriceps o muslos; se elevan los brazos al cielo en una profunda inhalación para generar espacio lateral y entre cada una de las vértebras. En la exhalación poco a poco llevamos el corazón hacia adelante, el ombligo hacia la columna hasta que las manos lleguen a los costados de las piernas o a tomar los dedos gordos de los pies, también pueden abrazarse los pies con los dedos entrelazados frente a las plantas. La cabeza se suelta y el cuello se relaja para cerrar los ojos e intentar respirar dentro de nuestro corazón, soltando tensión en la mente y buscando la flexibilidad en nuestro pasado.
Fotografía principal: Fabian Quintero en Unsplash.
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