Dibujando una montaña con la columna
Escrita en: Julio 16, 2020
Una de las posturas principales para mí en el mundo del yoga, es la postura de la Montaña o también conocida como Tadasana en sánscrito. Cuando pienso en una montaña, imagino tantas cosas: curvas, subidas, bajadas, diferentes profundidades, contornos, colores, proporciones, perspectivas...
Así como existen distintos tipos de montañas o cerros, dependiendo el terreno en donde se encuentren; así estén en el desierto, el bosque, la playa; también en nuestra espina dorsal hay contornos y formas en las que se articulan nuestras vértebras que son el sustento de nuestro cuerpo. La columna es la base, la raíz, el fundamento; es el sustento dinámico que recubre nuestra médula espinal, nos proporciona equilibrio, estabilidad y dinamismo al mismo tiempo; es el principal soporte de nuestra cabeza.
La columna tiene varios tipos de movimientos, ya que entre las vértebras existen varios colchones o discos intervertebrales, los cuales permiten que se mueva. Generalmente en las posturas de yoga buscamos mantener las curvas naturales de la columna, lo cual comunmente se va perdiendo al mantener un estilo de vida sedentario, accidentes o mala postura en general.
La postura de la Montaña se puede comenzar a practicar de pie, con los pies paralelos al ancho de las caderas, alineando las rodillas al dirigirlas hacia el segundo dedo, buscando colocar el peso del cuerpo de manera simétrica entre el lado derecho e izquierdo del cuerpo. Al llegar a la cadera es interesante poder visualizar la columna para dirigir al coxis hacia el piso ligeramente, alargar esta primer curva, mantener fuerza en el abdomen para balancear la fuerza entre la parte de adelante y atrás del cuerpo a la altura de la espalda baja, donde se encuentran las vértebras lumbares. La curva torácica es la más larga que hay en la columna, pues está dibujada por doce vértebras; la idea en esta parte del cuerpo es tratar de generar espacio a través de la respiración e imaginando que el corazón se mantiene suave hacia arriba. Las vértebras cervicales son vértebras muy pequeñas y son las más cercanas a la cabeza, por lo que a mí me gusta mucho hacer hincapié en extenderlas, imaginar espacio entre ellas y tratar de que la cabeza flote hacia el cielo como un globo lleno de éter, ideas y pensamientos suaves como el viento ayudan a soltar la carga y peso de la misma, en todos los sentidos.
La postura se puede mantener con los brazos a los costados del cuerpo o elevándolos hacia el cielo para incrementar la cantidad de oxígeno que sube a la cabeza. Entre más tiempo se sostenga la postura con cariño se puede lograr un estado de observación más profundo. Intentar ver la columna como esa montaña, que aunque por fuera está estática, realmente está funcionando como un canal donde pasa la energía vital, por donde corren impulsos eléctricos que conectan órganos, sistemas e incluso pensamientos.
Fotografía principal: Marc Szeglat.
Noticias relevantes
Nuestro equipo
Conoce a nuestro equipo