El perro como vehículo
Escrita en: Agosto 14, 2020
Maha Kala Bhairava es una deidad adorada entre los hindúes, proviene del Tantra y se dice que es una manifestación de la energía más feroz de Shiva. Se reconoce como “el que destruye el miedo", protege a sus devotos de la lujuria, la codicia y el enojo.
En algunos de los textos más antiguos llamados Puranas, se cuenta una historia sobre Bhairava. Como muchas historias comienzan, había una guerra entre dioses y demonios, Shiva en su misión de destruir a los demonios crea a Maha Kala Bhairava que sale de una de sus uñas para cortar la cabeza de un demonio, la cual queda después colgada en su cuello, es así como se convierte en una deidad muy importante.
Generalmente todos los dioses y deidades hindúes están acompañadas de algún animal que funge como su vehículo, y también se dice que es el “monte” de la deidad, “el que lleva y el que jala”; aunque es independiente de la deidad, la acompaña y siguen siendo funcionalmente emblemáticos o incluso sintagmáticos de su "jinete"; son acompañantes para cabalgar en la existencia. El vehículo y la deidad tienen una relación recíproca, sirven y reciben de manera equilibrada el uno al otro, toman las características del otro y las hacen propias, se complementan.
Aunque los perros pueden ser feroces, salvajes e intensos; también están llenos de ternura, inocencia y cariño. Muchas veces hemos visto cómo pasan de un estado calmado o adormecido y con una pequeña estiradita de columna con la postura del perro boca abajo, reactivan su energía y continúan su camino.
En la postura de adho mukha svanasana, como se conoce en sánscrito, se pueden encontrar muchas variantes; es una de las posturas principales en yoga, se le considera como una postura primordial en el Saludo al Sol, ya que sirve como transición y también como descanso una vez que se ha logrado colocar todas las partes que tocan el piso de manera equilibrada y la columna en extensión.
Para practicar esta postura puedes comenzar desde la postura de cuatro puntos: rodillas apoyadas en el piso debajo de las caderas, las manos un poco más adelante que los hombros. Es importante recalcar que el dedo índice se encuentra apuntando hacia el Norte, imaginando que hay unos relojes en las manos y los índices marcan las doce, desde ahí los demás dedos se separan para apoyarlos todos en el piso, principalmente mandando el peso hacia el dedo índice y pulgar para proteger a las muñecas. Los codos se dirigen ligeramente hacia el piso, los hombros alineados, las axilas se abren. Los pies están paralelos al ancho de las caderas, también con los dedos separados para colocarlos todos en el piso, los talones ligeramente separados del piso. Las rodillas pueden estar flexionadas mucho, poco o ligeramente, todo depende de la flexibilidad de los músculos de la parte posterior de las piernas. Los huesos donde nos sentamos —los isquiones—, se dirigen al cielo al igual que el cóccix y el sacro. La parte más importante de la postura es la columna, todas y cada una de las vértebras se tratan de alargar; en cada respiración imaginamos que se crea espacio entre una vértebra y la siguiente, alejando cada vez más la cadera de la cabeza. Los oídos quedan a la misma altura de los brazos y el cuello continúa en extensión para liberar tensión en la parte posterior y abrir espacio en la garganta y permitir el flujo de aire a través de la respiración victoriosa.
La postura del perro boca abajo nos permite conectarnos con esa parte inocente y al mismo tiempo feroz. Intenta ver diferentes partes de tu cuerpo cuando la estés practicando, idealmente todos los días como cualquier perro que se acaba de levantar y busca regresar energía a su espina dorsal.
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