En la mitología hindú, los gatos están asociados con la fertilidad y con la diosa de los nacimientos llamada Shashthi, que significa seis. Shashthi es venerada por ser una gran protectora de los niños, pues aguarda desde el momento de la concepción, el nacimiento y a lo largo de la vida del niño. Por lo general se muestra sentada sobre un gato, su animal de poder o vehículo; en su regazo hay uno o más niños a los cuales cuida o protege.  

Se le considera una figura maternal, en algunas celebraciones o fiestas la representan en las ofrendas con distintos símbolos, como un jarrón de barro con un coco encima y hojas de mango, también como un árbol de Bengala adornado con flores y arroz o con una piedra roja del tamaño de una cabeza humana debajo del mismo tipo de árbol, usualmente encontrados en las afueras de los poblados en la India. La celebración de Shashthi se lleva a cabo el sexto día de cada mes lunar según el calendario hindú del sur-este de la India, basado en los ciclos lunares; aquí se le pide ayuda para concebir a los hijos deseados, para atraer el cumplimiento de los deseos. También se celebra el sexto día del nacimiento de un nuevo ser humano para prevenir cualquier tipo de desequilibrio en la salud. 

Esta maravillosa diosa aparece en las escrituras alrededor del siglo VIII o IX a.C., donde se menciona que probablemente fue la madre adoptiva de la diosa Skanda. Aparece en la gran epopeya literaria llamada Mahabharata.  

Los gatos poseen cierto misterio y un grado de protección en distintas culturas a través de los años. También fue considerado un símbolo de valentía, paz, armonía y buena fortuna. 

La postura del gato tiene dos nombres en sánscrito: marjaryasana y bidalasana, ambas con el mismo significado. Es una postura que considero “para todos”, pues se puede practicar por casi cualquier persona: niños, jóvenes, mujeres embarazadas, adultos y personas de la tercera edad. El enfoque principal es ganar flexibilidad en la espina dorsal, procurando el movimiento de las vértebras gracias al apoyo de brazos y piernas en el piso. 

La postura del gato se inicia desde una postura de cuatro puntos, donde las manos se encuentran apoyadas en el piso; las muñecas se alinean debajo de los hombros; los dedos de las manos separados uno del otro, donde el dedo índice apunta hacia adelante como si hubiera un reloj en las manos y apunta hacia las doce. Es importante mantener el dedo gordo también apoyado en el piso y mandar peso hacia el espacio entre estos dos dedos, donde existe un punto de acupuntura relacionado con la liberación de dolores de cabeza y migrañas. Las rodillas se encuentran apoyadas en el piso debajo de las caderas y los empeines también. La columna se flexiona hacia el frente, donde la mirada se dirige hacia el ombligo, el cual a su vez empuja a los órganos internos hacia la columna para desintoxicarse y generar estiramiento en todos los músculos de la espalda. Los hombros se dirigen hacia los oídos para generar espacio y apertura detrás del corazón e invocar esta ferocidad con amor para liberarnos de cualquier pasado pesado. Me gusta imaginar realmente a ese gato encrespado, feroz, completamente alerta en el presente y tratando de generar espacio en la parte de atrás de las vértebras.

Fotografía principal: Akin Cakiner en Unsplash.
Fotografía: Blanca Oceguera.