Fuerza y paciencia
Escrita en: Noviembre 13, 2020
Muchas veces la vida nos pone en situaciones distintas por medio de las cuales podemos alcanzar algún tipo de aprendizaje; algunas de estas experiencias pueden ser retadoras y es ahí donde encontramos la oportunidad de utilizar el regalo de la libertad y decidir cómo enfrentar los distintos sucesos.
Ante los cambios, los seres humanos naturalmente nos sorprendemos, a veces nos paralizamos y actuamos desde lo conocido, donde permitimos que nuestros patrones y las cosas que hemos venido aprendiendo a lo largo de nuestros cortos o no tan cortos años en este plano, nos lleven a responder sin libertad en el presente, actuamos así porque tampoco sabemos bien lo que significa ser libres. Hacemos uso del pasado para hacer frente ante miedos o incertidumbres que nos despiertan mecanismos de respuesta automáticos y a veces esto nos regresa a experimentar lecciones que pensábamos que habíamos superado.
Como seguramente hemos escuchado varias veces, el camino espiritual no es el camino fácil, las pruebas a veces son dolorosas o simplemente muy incómodas, justamente ahí es donde necesitamos estar mucho más alerta, observar desde el amor y utilizar las herramientas que hemos ido coleccionando a lo largo del andar. Justamente cuando más cansados y decepcionados estamos, nos encontramos ante la oportunidad de ver el obstáculo y decidir libremente cómo vamos a pasarlo; es cuando necesitamos expandir nuestra mente, darle perspectiva a la situación desde una posición sin apegos, con conciencia y visión para entender que todo es parte de la experiencia de habitar un cuerpo, encontrar la compasión hacia nosotros mismos y reconocer que la vida son ciclos, que todo pasa, que necesitamos confiar y soltar a la vez.
Mantener la fuerza en los momentos más duros es una característica de un guerrero del amor, la paciencia es un elemento que se entrelaza completamente con el tiempo, nos da espacio para la integración de la experiencia y sabiduría para decidir cómo actuar para realmente avanzar… y otras veces nos ayuda a permitir que las cosas sucedan.
Aprender el equilibrio entre actuar y esperar es algo que se practica mucho en las posturas de yoga, especialmente en la del guerrero C o virabhadrasana III, una postura que tiene varios retos en cuanto a su forma y sensaciones.
Es una postura de pie, de equilibrio, de fuerza y de flexibilidad, pero sobre todo de voluntad y apertura mental para sostener la columna paralela al piso, algo muy inusual en la vida diaria pero que da mucha perspectiva sobre la capacidad de lograr cosas impensables.
Esta postura se realiza comenzando de pie, llevando todo el peso hacia la pierna izquierda elevamos el talón derecho hacia atrás con el pie en flex (los dedos apuntando hacia la nariz) hasta que la pierna se encuentre paralela al piso mientras que el torso se dirige hacia el frente para llevar a la columna extendida también paralela al piso. Las manos pueden descansar sobre las caderas al principio para asegurar que en la rotación del torso sobre la pierna de base, las caderas se mantengan alineadas: los dos huesos de las crestas ilíacas en la misma línea. Una vez alcanzada la postura los brazos pueden alargarse hacia el frente para que queden junto a los oídos y así buscar el mayor espacio entre la base del talón y la punta de los dedos de las manos. Sostener la postura por muchas respiraciones le va a dar al cuerpo la oportunidad de registrar la fuerza y los músculos necesarios para que después la mente logre observar pacientemente la integración de la experiencia.
Fotografía principal: Simone Pellegrini en Unsplash.
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