La geometría del 3
Escrita en: Septiembre 04, 2020
Un triángulo es una figura geométrica plana de tres lados; está basado en la “sección áurea” o “proporción divina”. Existe un tipo de triángulo llamado el “triángulo dorado” donde uno de sus lados es de 36 grados y los otros dos de 72 que son los números que forman la proporción áurea. El número tres está asociado con la trinidad, es el resultado de la unidad del cielo y la Tierra, del uno y el dos, de masculino y femenino. El número tres representa el orden Universal, es símbolo de la consumación. En muchas religiones aparece el triángulo como parte de la representación de la divinidad, la unión de lo material con lo espiritual; simboliza muchas cosas, entre ellas, la armonía, el equilibrio, la luz, la voluntad, la sabiduría, la fé, la esperanza. Representa los tres atributos o cualidades de la existencia, en sánscrito se llaman gunas: satva-inteligencia, tamas-inercia, rajas-energía, coexisten para brindar balance y poderes del alma que mantienen la armonía en todo lo existente, el mantra OM está contenido en estos tres estados de manifestación.
En el hinduismo, cuando la punta está hacia arriba representa el lingam —la energía y potencia masculina— y cuando está hacia abajo, representa el yoni —significa matriz u órgano de la creación—. En Alquimia, cuando está con la punta hacia arriba representa el fuego del corazón, la transformación de la materia a través del amor. En la Astrología Evolutiva está representado por el signo Virgo, que es el signo del mes de septiembre. Podemos encontrar un significado particular en cada religión, pero al final todas tienen en común la fuerza de la conexión y el resultado de la evolución.
El triángulo para mí es la figura geométrica más representativa del mundo espiritual, de la conexión con la divinidad a partir del alma; su energía y fuerza me permiten reconectar con la fuente principal y regresar a la materia. Nuestro cuerpo dibuja triángulos de manera muy natural aún sin darnos cuenta, nos brinda balance y permite trascender de la dualidad hacia un lugar más evolucionado-sagrado. La unión de dos o más triángulos forma figuras geométricas más complejas como el merkaba, que es el vehículo de la luz interna, el espacio de amor incondicional.
En el yoga es una postura que aparece en el siglo XX —otra vez gracias a nuestro Padre del Yoga Moderno, Krisnamacharya—, se utiliza mucho para brindar balance, flexibilidad y fuerza en las piernas; activa mucho el músculo del psoas, lo que hace que se libere estrés y tensión desde la espalda baja hacia las piernas. Es una postura bilateral, se recomienda hacer los dos lados para poder impulsar el equilibrio, nos refuerza la capacidad de observación en el objeto, ya que cada lado del cuerpo se mueve de manera distinta.
Ahora sí, la parte mecánica: trikonasana —su nombre en sánscrito— tiene muchos detalles físicos importantes, pues normalmente no hacemos este tipo de movimientos. Se coloca un pie adelante, con los dedos y la rodilla alineados. El pie de atrás se mantiene a un ángulo aproximado de 45 grados, enviando el peso hacia la parte externa del pie para activar los músculos laterales de la pierna hasta la fascia lata, mantener las dos piernas activas es la base de la estabilidad de la postura. El torso se dirige hacia el pie de adelante para quedar paralelo al piso; los brazos se alargan donde una mano queda en la pierna frontal apoyada en algún punto de la pierna exceptuando la rodilla. La vista puede quedar hacia el piso, hacia donde apunta el corazón o hacia el cielo, dependiendo de cada cuerpo, ya que todos son distintos y cada proporción es especial y sagrada.
Fotografía principal: Blanca Oceguera.
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