La tecnología ¿nos une o nos separa?
Escrita en: Septiembre 21, 2020
La tecnología nos ha traído grandes beneficios, pero desde mi punto de vista, también tiene enormes desventajas. Ahora más que nunca hemos tenido la oportunidad de verlo y vivirlo.
Por un lado, gracias a la tecnología, los niños y jóvenes pueden seguir estudiando; las personas pueden seguir trabajando y la vida puede seguir; nos ha permitido, a pesar de las circunstancias de aislamiento, continuar con las actividades esenciales y sobre todo tener movilidad, es decir, estés donde estés puedes puedes trabajar, estudiar, tomar cursos, tener una reunión con tus amigos, llevar a cabo una junta, un curso y todo lo que nos podamos imaginar. Todo esto en especial me encanta, me da una sensación —o más bien una realidad— de libertad increíble y, aún mejor, viene acompañado de grandes beneficios como el evitar el desplazamiento, muchas veces —ahora nos dimos cuenta— innecesario de las personas, lo cual contribuye de manera enorme a la ecología, tema que me parece fundamental tomar en cuenta a estas alturas del partido.
Sin embargo, me parece preocupante la parte negativa que esto trae consigo, lo impersonal que se vuelve todo con el uso de la tecnología: se pierde el contacto humano, las emociones y estados de ánimo, las risas, los abrazos y todo lo que la presencia humana implica. Por ejemplo, el uso desmedido de los chats ¡es agotador! Un mensaje de WhatsApp es un arma de doble filo, no sabes en qué situación se encuentra la otra persona, lo escrito no lleva tono ni modo y uno piensa siempre que el que recibe el mensaje está en una situación similar a la tuya, pero eso es imposible de saber. Que tal si la persona está triste, apurada, enojada u ocupada, todo eso no lo podemos saber y muy probablemente no vamos a recibir la respuesta deseada de acuerdo a nuestro estado de ánimo o situación. Un Zoom capta solo el 30% de la situación real, el resto queda a la interpretación de tu contraparte que muchas veces puede ser equivocada o simplemente incorrecta.
Me parte el alma ver a los niños pegados a la computadora siete horas al día tomando sus clases por Zoom. Para los niños y jóvenes la escuela es todo, sus compañeros, sus recreos, los partidos de fut, las travesuras, compartir el lunch; eso es aprender, aprender de la vida, a defenderse del mala onda del salón, a hacer amigos, a convivir con todo tipo de personas.
Tomar las clases de matemáticas o de cualquier materia asilados en sus casas sin todo lo demás, para mí pierde el valor que realmente tiene estudiar. Lo importante es asistir al colegio, hacer amigos, llevarte los recuerdos vividos, reirte, no solo la parte académica.
En el trabajo sucede un poco lo mismo, las personas por un lado se vuelven mucho más eficientes —o eso dicen—, pero por otro lado te abocas a terminar lo que tienes que hacer y listo, no hay espontaneidad, sobre todo en trabajos que tienen que ver con creatividad o con ideas e innovaciones, sin el trabajo en equipo es difícil lograrlo y, volvemos a lo mismo, un Zoom jamás logrará lo que una reunión presencial.
Como todo, creo que lo mejor es encontrar un balance, utilizar la tecnología para lo que realmente sirve y da un plus, pero nunca perder lo maravilloso de la convivencia humana y sobre todo no volvernos ajenos los unos de los otros.
Hoy por hoy lo que más me gustaría es ver a los niños volver a las escuelas, a los jóvenes a las universidades, a los maestros a las aulas. El aprendizaje viene de la convivencia, es necesaria para tener una mente sana y más en los niños. Si me preguntaran cuál ha sido la mayor pérdida en esta pandemia, diría que sin duda la educación, lo cual me parece verdaderamente triste ya que es la base del progreso en cualquier sociedad.
Canción que inspiró este artículo:
Fotografías: Adobe Stock.
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