Desde que empezó la pandemia y con ella la cuarentena, que se convirtió en semestre sino es que más, yo personalmente lo único que he tratado es de no estar en la Ciudad de México, lugar donde nací y he vivido, con algunos intermedios, desde entonces. Soy chilanga de corazón, con todas sus cualidades y defectos aunque a veces no me guste aceptarlo. Sin embargo, esta ciudad y cualquier otra de la misma índole ha perdido su atractivo con la Nueva Realidad. Si algo llama la atención de las grandes ciudades es la vida que ofrecen: los restaurantes, la cultura, los cines, los teatros, los museos, los eventos, las universidades, las escuelas... y así me puedo seguir. Todo esto trae consigo un cierto glamour y, sobre todo, un montón de fuentes de empleo y de oportunidades tanto para emprendedores como para personas que buscan un buen trabajo, pero a partir del mes de marzo de este año, este glamour, esta actividad constante, este mundo de oportunidades se ha ido apagando poco a poco y, sin ser pesimista, dudo que se recupere pronto, ya que la recuperacion no dependerá del cambio de color en un semáforo que pocos entendemos en qué se basa y no es muy congruente con lo que al parecer realmente sucede. ¿Qué pasó en este tiempo con los miles de pequeños y medianos negocios, los restaurantes, los cafés, las tiendas y estéticas locales? Son estos los que realmente le dan vida a los distintos barrios de la ciudad y muchos de ellos tristemente no se han mantenido, o no van a sobrevivir este parón en seco de la actividad cotidiana de las calles. También, ¿qué pasará con las oficinas que se dan cuenta que sus empleados no tienen que ir cinco días de la semana de 9:00 a.m. a 6:00 p.m. a un escritorio? Al cual, para llegar, hacen dos horas de ida y dos de regreso, y se dan cuenta que pueden reducir su espacio físico, pagar menos renta y lograr que la gente trabaje desde su casa; al parecer, en varios ámbitos, hasta de manera más productiva. ¿Qué pasará con todos esos millones de personas que vienen a la capital en busca de oportunidades o de asistir a una u otra universidad?, si van a poder trabajar o tomar sus clases desde donde están, entonces ¿qué caso tiene ya venir aquí, a la CDMX, a soportar todas las desventajas de la gran ciudad: tráfico, contaminación, precios altos, inseguridad; sin obtener ningún beneficio?

Una amiga se fue a vivir a Nueva York hace veinte años, sus hijos nacieron allá y tiene una vida totalmente hecha. Se regresa a vivir a México la próxima semana. ¿Por qué? Por lo mismo, ¿qué beneficio le da hoy vivir en NYC? Todos los pros que tiene por ahora no los puede disfrutar y se lleva, como en toda gran ciudad, solo los contras. Me cuenta que mucha gente cercana a ella se está regresando, después de años, a sus países de origen o a otras partes de Estados Unidos donde la calidad de vida es más barata y mejor….Tuve la oportunidad de vivir en NYC dos años y medio, en esa ciudad incansable que a cualquiera impresiona y al escuchar esto se me hizo un hoyo en el estómago.

Esto me llamó la atención porque, sin darme cuenta, soy de ese grupo de personas que por más que le guste vivir en la ciudad y ser flor de asfalto, hoy me lo replanteo y decido salir de ella (al igual que mucha gente que conozco), pensando en regresar pero uno nunca sabe. En el fondo da nostalgia que las grandes ciudades pierdan ese glamour, esa fuerza y ese atractivo que tanto atrae a millones de personas, son años de construir un lugar de esa magnitud que parece hoy perder su fuerza y se ve muy incierta su recuperación.

Me gusta pensar que, por otro lado, estas grandes urbes se nivelarán un poco, dejarán de estar tan sobrepobladas y la gente aprenderá a tener un mejor estilo de vida y a valorar otras cosas esté donde esté.

Canción que inspiró este artículo: