Les aseguro que a nadie nos han pasado desapercibidos los cambios en la vida, en nuestra vida y sobre todo en la actitud de la gente después de la cuarentena que todo el mundo tuvo que guardar a raíz del virus covid-19.

Un evento sin precedentes que sin duda marcará un antes y un después en la historia de la humanidad, y más en la historia y vida de cada una de las personas que lo vivimos.

Es mi experiencia personal, la única que puedo compartir, ya que como bien saben no soy médico ni científico y lo hago sin por un momento dejar de lado todo el dolor, caos y sufrimiento que esto trajo consigo. Les quiero compartir lo bueno que he visto de esta pandemia y, más que de la pandemia, del después, la postcuarentena. 

En la CDMX, lugar en el que ahora vivo aunque pronto me mudare por un año fuera de ella, todo a raíz de lo mismo, hemos cambiado a semáforo naranja, lo que implica una mayor libertad, con todos sus cuidados claro, de salir a la calle, de volver a una vida normal y cotidiana, si es que se vuelve a la que nosotros tenemos en mente. Desde mi punto de vista muchas cosas cambiarán, pero eso el tiempo lo dirá. Gracias a esto he salido más a la calle y en especial tuve un par de salidas que me marcaron muy positivamente y de ahí es donde sale la idea de compartirlas con ustedes.

Primero que nada tuve que salir por trabajo, ya les había mencionado que tengo un despacho de interiorismo y tuve que ir a visitar un departamento a Puerto Vallarta. El aeropuerto, bastante vacío, pero el avión no, prácticamente lleno y fue sorprendente el respeto de la gente para con las reglas y para con los otros, como si nos volviéramos a dar cuenta de que existe el de al lado y que hay que respetarlo, que hay que respetar tu turno para abordar, el asiento que te toca, las indicaciones de los sobrecargos y sobre todo la conciencia de que tus acciones afectan al de al lado, algo que, desde mi punto de vista, se había perdido. Daba la sensación de que siempre estaba el bienestar personal antes cualquier cosa: “a mí me gusta abordar primero”, “ a mí me gusta guardar mi maleta hasta adelante aunque mi asiento esté atrás”, en fin, un montón de costumbres que llevábamos a cabo a pesar de las reglas y de los demás. Pues ahora no, ahora la escena era verdaderamente diferente, todos, sin excepción, respetaban turnos, dejaban pasar, abordaban y bajaban del avión en orden sin tratar de ser el primero, lo cual me dejó un grato sentimiento de civilización y respeto ya olvidados.

La segunda experiencia, y esta fue aún más gratificante: el domingo fui a correr a Chapultepec,  a la Segunda Sección (la del lago), cosa que hago seguido. Había mucha gente, grandes, chicos, caminando, corriendo, en bici, con perros, con niños… en fin, de todas las edades y de todas las disciplinas. Siempre me ha gustado que la gente salga a la calle y practique deporte, así como me da gusto ir a un museo y que esté lleno; aunque es incómodo, habla de una sociedad más consciente, más interesada, más inquieta. Suelo ser muy observadora y me dio la sensación que cada persona con la que me crucé estaba de verdad gozando el momento, disfrutando el poder volver a salir a la calle, el disfrutar de una mañana de domingo; todos tenían una sonrisa, si no física, interna, volviendo a valorar las pequeñas cosas que en otro momento hasta flojera nos hubieran podido dar. Ahora era un verdadero paseo, un momento pleno y aunque era nada más un paseo por Chapultepec, la energía era distinta, bonita, armónica.

Estas dos experiencias me hicieron reflexionar mucho, me hicieron valorar la armonía y el bienestar común: caras felices, personas respetuosas y amables y sobre todo respeto a lo que nos rodea: lo que yo hago afecta a mi alrededor. Si esta reflexión les pasó a varios de ustedes, me daría un gusto enorme; a veces necesitamos de una buena sacudida para hacer una pausa y volver a empezar, retomar lo perdido.

Espero que la vacuna o medicina para este virus llegue pronto y con ella se lleve la enfermedad y el sufrimiento que ha traído, pero que no se lleve el respeto y la solidaridad, la conciencia colectiva que consigo trajo.

Canción que me inspiró: