Postura de la pirámide
Escrita en: Febrero 05, 2021
Las pirámides son símbolos del desarrollo arquitectónico de varias civilizaciones antiguas alrededor del mundo. En sus distintas versiones, tamaños, materiales y colores generalmente representan una de las geometrías sagradas más poderosas.
Las primeras pirámides que llegan a mi mente son las de Egipto. Cuando observo la época en la que fueron construidas, su exactitud matemática y belleza, me maravillan. Algo que me parece fascinante es la función que tuvieron de contener la esencia de reyes y faraones por la eternidad; incluso la manera en que se construyeron, utilizando cimientos tan fuertes, que aún hoy en día podemos admirar su belleza y magnificencia.
Esas bases cuadradas que originan los cuatro triángulos para formar una pirámide son los cimientos de estructuras poderosas y de muy alta frecuencia vibratoria. Por eso, cuando con nuestro cuerpo nos permitimos simular estas figuras, todo nuestro sistema comienza a vibrar en una frecuencia distinta que ayuda al flujo natural de la energía vital alrededor de todo nuestro cuerpo.
De hecho, la geometría misma del cuerpo humano es única y perfecta, por lo que cada postura puede sentirse y verse distinta para cualquier practicante. Muchas veces las proporciones del torso y de huesos como el fémur, varían, esto puede convertir a algunas posturas más retadoras que otras.
Parsvottanasana viene del sánscrito, donde parsva es lado, ut es intenso y tan es estiramiento; se traduce como estiramiento lateral intenso o también la llaman postura de la pirámide. Es una postura de pie y de equilibrio al mismo tiempo. También es una flexión al frente profunda.
Para lograr los mayores beneficios al practicarla es importante escuchar y observar nuestro propio cuerpo desde la paciencia, desde una calma donde el objetivo final no es hacer una figura, sino buscar paso a paso desarrollar movimientos en el cuerpo que se sientan sanos, que nos ayuden a mover energía y a soltar tensiones musculares o incluso emocionales.
Esta postura comienza de pie, llevando un pie hacia atrás a una distancia relativamente corta —más corta que el largo de una pierna—; el pie de atrás apunta ligeramente hacia un costado, en un ángulo de aproximadamente treinta grados; el pie de adelante se queda apuntando hacia el frente. Se activan las dos piernas, en una inhalación con las manos en la cintura alargamos el torso y cada una de nuestras vértebras hacia el cielo, al exhalar activamos las dos piernas y desde el piso pélvico llevamos el abdomen hacia adentro para darle espacio a las vértebras lumbares de flexionarse para llevar la cabeza hacia la Tierra y simular esa pirámide con los dos pies y la cabeza, donde el coxis quiere ir hacia el cielo y alargar toda la parte de atrás del cuerpo para que la energía vital recorra toda la espina dorsal. Para las manos existen distintas alternativas: se pueden dejar en el piso, al principio a los costados de la pierna para impulsar el estiramiento y mantener el equilibrio; se puede ir experimentando hasta lograr mantener las manos detrás de la espalda en postura de oración invertida y activar la energía vital hacia arriba.
Fotografía principal: Shotaro Hamasaki en Unsplash.
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