“Sleep is the best meditation.”

Dalai Lama

Hoy quiero hablarte de un tema que comenté de manera muy breve en mi artículo sobre la alimentación y que es igual de importante para nuestro bienestar.

Todo lo que te platico en mis publicaciones se debe a que en gran parte me inspira o apasiona; me llama la atención el tema porque lo vivo día a día o porque ya lo viví. Y cuando fue una experiencia me parece importante informarnos e investigar más para poder darle solución o aprender a vivir una mejor experiencia en el tema. 

Este caso no es la excepción, mi relación con el descanso y el sueño ha pasado por todas las etapas, y estoy segura que te podrás identificar con lo que te quiero platicar a continuación.

Mi relación e historia con el sueño 

De niña dormía muchas horas, mi mamá nos acostaba muy temprano; mi sueño era profundo, pero a veces me costaba dormirme fácilmente. En la adolescencia dormía demasiado, llegaba de la escuela y casi siempre dormía profundamente una hora de siesta. Ya en la universidad, debido a que trabaja por la mañana y estudiaba por las tardes, acababa exhausta, así que normalmente me dormía muy temprano y prefería madrugar a las 4:00 de la mañana para hacer tareas o cualquier pendiente que tuviera. 

En mi etapa de casada, trabajaba en una escuela, así que desde entonces seguí con la costumbre de dormir temprano para poder madrugar. Mi día empezaba a las 4:30 de la mañana con algo de ejercicio y de ahí me alistaba para irme a trabajar a las 7:30 a.m.

Mi ruptura con el sueño 

Desde que me embaracé y tuve a mis hijos, mi sueño fue y ha sido interrumpido: si no era por las tomas de leche cuando mis hijos eran bebés, ahora es una ida al baño a media noche, algún malestar, una pesadilla o miedo o simplemente un “no puedo dormir, mamá”. Aunque he de confesar que he aprendido a ignorar las situaciones y, al hacerlo, mis hijos también han dejado de despertar más a menudo. 

Al día de hoy soy de las que me quedo dormida en el cine, viendo la televisión, leyendo, en la carretera cuando no conduzco. 

Ahora, entre los entrenamientos, el trabajo y alguna que otra interrupción en la noche por una u otra razón, me hacen pensar que mis hábitos de sueño y mi descanso tienen que seguir mejorando. Lo que a continuación te platico no siempre es puesto en práctica, pero al menos he leído y ahora estoy muchísimo más consciente de la importancia del sueño y el descanso. 

Como atletas es aún más importante, pues si no logramos la recuperación adecuada, al final no llegamos tampoco a nuestros objetivos deportivos, y no solo eso, afectamos considerablemente nuestra salud y el desgaste de nuestro cuerpo de forma más acelerada.

Tu ritmo biológico 

En algunas de mis publicaciones he hablado de la importancia de los hábitos y el tema del descanso no es ajeno a llevarlo con la disciplina que amerita. 

Los ritmos circadianos son ciclos de 24 horas que forman parte del reloj interno del cuerpo y se ejecutan en segundo plano para llevar a cabo funciones y procesos esenciales. Uno de los ritmos circadianos más importantes y conocidos es el ciclo sueño-vigilia. Responden principalmente a la luz y la oscuridad en el entorno de un organismo. Dormir por la noche y estar despierto durante el día es un ejemplo de un ritmo circadiano relacionado con la luz. 

Los ritmos circadianos son importantes para determinar los patrones de sueño y alimentación de todos los animales, incluidos los seres humanos. Existen patrones claros de actividad de ondas cerebrales, producción de hormonas, regeneración celular y otras actividades biológicas vinculadas al ritmo biológico.

Tus superpoderes: descanso y sueño 

Cuando me refiero al descanso no necesariamente tiene que ver únicamente con el sueño y su calidad, dormir; por lo tanto, me gustaría dividirlo en dos partes: el descanso y el sueño.

El descanso

El descanso es un estado en el que reducimos la actividad mental y física. La inactividad física también requiere tranquilidad, ausencia de ansiedad y estrés; debe ser un estado en la que la persona se encuentre mentalmente relajada y calmada físicamente. 

El descanso también podría referirse a dedicarnos una hora diaria de hacer algo que nos genere felicidad y desconecte. Cada uno de nosotros deberíamos definir exactamente qué nos genera esa sensación de relajación y desconexión con las actividades y responsabilidades diarias. Para algunos puede incluir yoga, meditación, lectura, escritura, baile, platicar, dar un masaje, cocinar, etcétera. Descansar a veces puede ser “no hacer nada”, dejar tu mente en blanco y simplemente desconectarte. 

Mi mejor descanso —aparte del dormir— es cuando estoy en contacto con la naturaleza, cuando observo con detenimiento, cuando escribo, cuando platico con alguien. Descansar es calmar nuestra mente y “bajar el ritmo”.

El sueño 

“El sueño es el sistema de respaldo de la vida y lo más cercano a la inmortalidad que nos brinda la madre naturaleza.”

Matt Walker, autor del libro Why We Sleep.

Normalmente, de todas las actividades que tenemos en nuestro día, a la que menos prioridad le damos es a la calidad del sueño, lo tomamos como un “hábito” por default. Sin embargo, la calidad del sueño es pilar en nuestra salud, podríamos solo pensar que cuando uno duerme bien, está de buen humor, tiene más energía para hacer sus actividades, tiene buen semblante y apariencia, pero la ciencia demuestra que hay mucho más allá sobre los beneficios del sueño, por ejemplo:

• Restaura y mejora la memoria. Evita el envejecimiento y el Alzheimer.
• Disminuye la probabilidad de sufrir un infarto. 20% de disminución de infartos a nivel mundial solo con tener una hora más de sueño.
• Evita la disminución de celulas NK[1]. En un 75%; las NK combaten las celulas cancerígenas.

De hecho, la OMS considera una epidemia de salud global a los problemas de sueño de la población, pues pueden derivar en transtornos neurológicos y cardiovasculares.

¿Qué sucede en el cerebro durante el sueño? 

Dormir es probablemente lo mejor que podemos hacer cada día para restablecer la salud de nuestro cerebro y nuestro cuerpo. 

Fases del sueño 

El sueño se divide en dos principales tipos: 

Sueño NMOR[2] (NREM ing.): se divide en cuatro fases: sueño despierto/ligero; sueño ligero; sueño profundo 3 y sueño profundo 4; estas fases avanzan a medida que el sueño se vuelve más profundo. Conforme entramos a estas fases nuestro rítmo cardiaco empieza a disminuir; nos baja la temperatura corporal y la actividad eléctrica cerebral se ralentiza. Cuando llegamos a las dos últimas fases aumenta la actvidad cerebral con ondas cerebrales de gran magnitud. 

En esta fase de sueño nuestro organismo ya ha recargado las pilas de su sistema inmunitario; se renueva nuestro sistema cardiovascular; consolidamos los recuerdos y los fijamos a la estructura neuronal. 

Sueño MOR[3] (REM ing.): fase donde tienen lugar nuestros sueños más vívidos. La actividad de las ondas cerebrales comienza a acelerarse de nuevo, además, en esta etapa recibimos un tipo de primeros auxilios emocionales, aumenta la creatividad que incluso nos da el impulso para poder resolver problemas al día siguiente. 

Ambos sueños se lían en una batalla para dominar el cerebro durante toda la noche y cada 90 minutos tenemos un vencedor. Las primeras horas son en su mayoría lidereadas por NMOR y las últimas por MOR. 

Aún tengo más que compartirte sobre el descanso, esto es solo el inicio. ¡No te pierdas la segunda parte!

Maricarmen “Maka”

[1] NK son las células Natural Killers por sus siglas en inglés.

[2] Sueño sin movimientos oculares rápidos.

[3] Sueño de movimientos oculares rápidos.

Fotografía principal, segunda y tercera: Shutterstock.
Primera fotografía: Maka.