Volando
Escrita en: Febrero 12, 2021
La ligereza es una característica del viento, también es una sensación que podemos sentir en momentos muy particulares; darnos cuenta de la oportunidad que tenemos de experimentar esta sensación, genera libertad. En nuestro día a día parece irreal darnos cuenta de lo que sucede en nuestro cuerpo, cargamos muchísimo estrés y tensión en partes profundas del cuerpo que generan pesadez imperceptible, que se va acumulando hasta el punto que nos desconectamos de esa sensación para poder seguir resolviendo la vida diaria.
El viento está siempre disponible para recordarnos la existencia; es difícil reconocerlo, es transparente, no tiene forma, pero es un elemento vital para mantener la vida en curso. En nuestra mente me imagino como el viento permite espacios de silencio entre un pensamiento y otro; muchas veces, sin darnos cuenta, un suspiro puede permitirnos procesar o suavizar situaciones que vamos viviendo; nos permite movernos de un pensamiento o emoción, pues se cambia el ciclo de nuestra respiración y el cerebro se oxigena; me parece tan interesante pensar en cómo un acto tan sencillo y accesible como respirar nos puede mover en tantos aspectos.
El viento, a través de nuestra respiración consciente, nos brinda la oportunidad de procesar cambios en la percepción de la realidad de una manera simple, porque enfoca a la mente y libera sustancias que calman directamente al sistema nervioso, lo cual al principio puede ser retador, pues, como en cualquier disciplina, primero hay que limpiar las impresiones del pasado y esto a veces deja salir las incomodidades o tensiones que hemos venido guardando durante cualquier cantidad de tiempo. Cuando el oxígeno se mueve a través del cuerpo, la energía también encuentra su cauce y puede moverse de una manera más natural, más libre, limpiando y purificando tejidos, órganos, emociones e ideas atoradas; esto a veces puede generar incomodidades corporales o incluso mentales.
Al paso de los años he encontrado en los ejercicios de respiración una herramienta muy poderosa para regresar a mi centro, para refrescar mi mente y, específicamente en la práctica de yoga, alcanzar posturas que se veían posibles solo en sueños. La capacidad de los pulmones aumenta con una práctica constante y eso permite que la sensación de ligereza aumente y permanezca incluso después de haber practicado algún ejercicio de respiración o pranayama (del sánscrito, el manejo de la respiración). En algunos textos antiguos se dice que cuando el pranayama toca el corazón del practicante este puede logar experimentar una especie de felicidad en el corazón, que hasta podría escucharse una pequeña vibración en el centro energético del centro del pecho, como tintineos de ornamentos que permiten que el cuerpo brille y emita un oleaje de energía divina.
La postura de eka pada bakasana es una variación de la postura del cuervo, donde una pierna vuela hacia atrás para permitirnos encontrar el equilibrio del cuerpo en el viento. Para realizar esta postura partimos de la postura del cuervo, donde las manos se encuentran apoyadas en la Tierra al ancho de los hombros; los codos flexionados permiten que las rodillas sean colocadas sobre los tríceps y que los pies se separen del piso. Una vez que estamos en la postura del cuervo y logramos mantener el equilibrio vamos a buscar flotar un pie hacia atrás separando poco a poco la rodilla del tríceps para alargar la pierna hacia atrás y hacia el cielo. Una vez ahí, es momento de usar las alas de nuestra imaginación y a través de nuestra profunda respiración permitirnos volar en el presente.
Noticias relevantes
Nuestro equipo
Conoce a nuestro equipo